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Aborté y también quise ser mamá

Escrito por Shelma Cerrillo Jara | 09 mayo 2024

 

El derecho al aborto no está peleado con la maternidad

Recuerdo la cara de angustia de mi hermana cuando le dije que estaba a favor del aborto legal. Ella reaccionó de inmediato sin siquiera dejarme terminar de decir mi postura: “No, no, no. Yo no puedo. No puedo estar a favor”. Me sentí enojada porque mi hermana pensaba distinto y porque no me dio más explicación, aunque tampoco se la pedí.

Después de unos meses, supe que su sentir venía de haber experimentado varios abortos, unos más dolorosos que otros, y que sentía mucho arrepentimiento. Para ella, estar a favor de abortar significaba apoyar el dolor que las mujeres pueden experimentar en el proceso, y que si estaba en contra era una forma de evitar que otras mujeres vivieran lo mismo que ella.

Por eso creo que nuestra postura sobre el aborto está construida por la sociedad, por la religión y por nuestra propia experiencia. Yo necesité abortar a los 18 años y quizá por eso me sea más fácil pensarlo como un derecho a elegir sobre nuestro cuerpo. 

Entre sollozos, pensaba en mis sueños interrumpidos, en la desilusión de mis padres por no haber acabado una carrera profesional, en que no quería ser madre tan joven, en que realmente no quería que mi novio fuera el papá de mis hijos y en muchas cosas más.

Después de varios días decidí abortar a pesar de que aún no era legal en la CDMX (el aborto se despenalizó en el entonces Distrito Federal en 2007). Pagué 400 pesos por un par de pastillas que tuve que introducir en mi vagina para deshacerme del producto. Luego de una semana de haber tenido un periodo menstrual más abundante de lo normal, dejé de estar embarazada. Sentí alivio.

Confieso que mi proceso de aborto no fue traumático. Quizá porque no fui a un hospital, porque no fue tan doloroso, porque no se complicó, porque sentí que me deshice de un problema o porque pude decidir sobre mi cuerpo sin mayores consecuencias, incluso ante la ley.

Sí deseaba la maternidad

Durante casi toda mi vida me han preguntado cuántos hijos quiero tener o cuándo tendré hijos, y no si, para empezar, quiero ser madre o no. Muchas veces respondí que dos, asumiendo que era parte de mi “rol de ser mujer”, sin cuestionarme si realmente quería o no. Quizá por eso sentía que sí quería ser madre, lo anhelaba, solo no a los 18 años.

Por eso es que el deseo de ser madre no se disipó con el aborto. Lo mantuve durante al menos 10 años más, una idea que ha ido desapareciendo con el paso del tiempo, quizá porque soy más consciente de sus implicaciones. Pienso en las horas sin sueño, en que es 24/7, en que no tengo tiempo suficiente para mi misma, en la inseguridad, en el cambio climático y en un largo etc. y se me pasa.

En fin… Lo importante aquí es tener la oportunidad de elegir ser mamá o no, una garantía que no todas las mujeres pueden gozar, pues abortar es un derecho aprobado en solo nueve entidades de México (sin importar la causa y solo durante las primeras 12 semanas de gestación).