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Maternidades en reclusión: existen y resisten

Maternidades en reclusión-existen y resisten

 

Por: Aurora Orozco/Badgalfemm

Cómo es ser mamá y vivir en la cárcel

Siempre he visto la maternidad como algo complicado, como una labor titánica y más aún si ésta florece en contextos donde poco o nada está a su favor

Las mujeres que se encuentran privadas de su libertad y que son madres constantemente se enfrentan a los señalamientos de la sociedad por no cumplir con la figura de la madre en la sociedad mexicana, aquella que siempre vemos en las novelas ser devota a su familia e hijos, dedicada a los cuidados y sacrificada. A esto también debemos agregarle que tanto ellas como sus hijas e hijos son víctimas de las deficiencias del sistema penitenciario por ser un sector invisibilizado. 

Invisibles, hay que decirlo, porque la sociedad no solo espera el castigo judicial, sino también aquel que se traduce como rechazo y repudio por no cumplir con el estereotipo de la mujer que no delinque, que es pura y sumisa, a pesar de que existen datos acerca de la fabricación de culpables

Como abogada leo que las leyes son claras, plasman la teoría, pero la realidad es distinta. A pesar de que normas nacionales e internacionales establecen los derechos de las mujeres privadas de libertad y sus infancias, esto no les asegura un trato digno

De acuerdo con la Ley Nacional de Ejecución Penal, las infancias pueden vivir con sus madres hasta los tres años, pero los datos del Censo Nacional de Sistema Penitenciario Federal y Estatales 2023 muestran que 325 infancias menores de seis años permanecieron viviendo con sus madres dentro de los centros de reinserción social. Las  estadísticas nos muestran que en ocasiones las infancias llegan a pasar más tiempo del permitido con ellas y esto se debe al grado dificultad que implica separarla de su madre, y a situaciones específicas de su contexto familiar.

En México solo se cuenta con 18 centros estatales exclusivos para mujeres, un centro federal y 91 centros mixtos. La estructura carcelaria no está diseñada para las mujeres e infancias; a esto se le suman las problemáticas de los centros mixtos, las cuales exponen a las niñas y los niños a desarrollarse en contextos violentos que atenten contra su derecho a desarrollarse íntegramente. Esto no quiere decir que las infancias no deban estar con sus madres, sino que el Estado debe asumir sus responsabilidades garantizando condiciones de internamiento dignas. 

Las maternidades privadas de libertad y sus infancias existen y resisten, porque a pesar del avance que implica que sus derechos en reclusión sean reconocidos, hay mucho camino por recorrer en temas de visibilidad y empatía por parte de la población. 

La maternidad siempre ha sido vista como algo sencillo por aquellas personas que no son conscientes de todo el trabajo y cuidados que implica el gestar y criar. Como si no implicara una revolución criar, educar y amar en espacios de reclusión

 

Sobre la autora

Aurora Orozco es estudiante de la licenciatura de Derecho en Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la UNAM. Tiene una gran inclinación por el estudio del sistema penitenciario con perspectiva de género e interseccionalidad, y al activismo enfocado a la socialización del derecho y la lucha antipatriarcal. Es fundadora del proyecto autogestivo BadgalFemm.

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