La palabra cringe viene del habla inglesa y su traducción quiere decir “encogerse” o “hacerse pequeño”. No sé si su significado cambió gracias a las redes sociales, porque actualmente cuando hacemos referencia al término, es para indicar que algo o alguien nos da “pena ajena”.
Pensaría que se trata de un anglicismo más, si no fuera porque siento que escaló a limitarnos a compartir lo que pensamos, lo que nos gusta o lo que disfrutamos porque “híjole, no vaya a ser que demos cringe”.
He visto muchos videos de creadoras y creadores de contenido haciendo listas interminables de todo lo que les da cringe y que por lo tanto, “no debe hacerse”. Cantar en los conciertos, cringe; que te gusten las canciones de banda, cringe; ir demasiado arreglado al trabajo, cringe; tener una fiesta de XV años, cringe; compartir muchas fotos, cringe…
Entonces tal vez este sentimiento no está tan alejado del verdadero significado de la palabra. ¿Por qué creemos que está bien empequeñecerse ante los ojos de los demás o minimizar nuestra personalidad para encajar o para no provocar incomodidad? ¿Nos tenemos que quedar sin “hacer nada” de lo que nos gusta porque “no es cool” o porque vamos a evidenciar la edad que tenemos?
Hay que entender dos cosas: no es que seamos tan importantes como para creer que todo el tiempo las demás personas están pendientes de lo que hacemos y, si así lo fuera, hay que recordar que aquellos que tienen tiempo y viven revisando con lupa las vidas ajenas, solo están reflejando sus propias inseguridades.
La autenticidad es una de las armas más poderosas que tenemos y la mejor manera de crear vínculos y conexiones con gente valiosa que también sea compatible con nosotras. Si dejas de mostrarte tal y como eres, pierdes la oportunidad de que las personas te conozcan de verdad.
Nunca va a estar mal que demuestres que algo te importa mucho, que te emociona mucho o que saques a flote esa intensidad genuina por lo que amas. La vida es muy corta para mostrar desinterés por lo que nos hace felices o peor, para andar por ahí haciéndonos las interesantes.
El cringe se ha terminado. De ahora en adelante estaremos expresando nuestros pensamientos más sinceros y aceptándonos a pesar de nuestras rarezas e imperfecciones mutuas.