Hace tiempo empecé a cuestionarme por qué siempre hemos creído que la vida se trata de tomar las decisiones correctas como si equivocarnos fuera el mayor fracaso. ¿Y si la equivocación es parte de ese viaje que llamamos vida?
Nos obsesionamos con tener siempre la razón, con que todo salga bien, con tomar el camino adecuado y ser perfectas, cuando además, ya sabemos que la perfección no existe. El error no es lo opuesto al éxito, sino parte de él y si nos ponemos más románticas: la magia de equivocarnos.
Hay cosas en las que siempre, por más que queramos evitarlo, nos vamos a seguir equivocando y no quiere decir que no haya aprendizaje detrás del mismo error, simplemente son cosas que no están en nuestro control, ¿cuáles son?
Predecir el futuro. Nos obsesionamos con saber lo que vendrá. Planificamos nuestras metas, visualizamos el éxito, hacemos listas interminables. Sin embargo, la vida tiene una forma única de recordarnos que el futuro es incierto y que nos equivocamos al intentar anticipar lo que va a suceder porque siempre hay sorpresas, ya sean buenas o malas. Aceptar que no podemos prevenirlo todo, es clave para vivir con más tranquilidad.
Pensar que ser vulnerables nos hace débiles. Cuántas veces nos hemos protegido en un caparazón, creyendo que mostrar nuestras emociones nos hará ver frágiles. La verdad es que la vulnerabilidad es el único camino hacia la verdadera conexión con los demás. Nos equivocamos cuando creemos que ser fuertes significa no mostrar lo que sentimos. Ser auténticas, incluso cuando duele, es la base de relaciones profundas y verdaderas.
Buscar la perfección en lugar del progreso. Nos exigimos ser perfectas, en todo momento y en cada aspecto de nuestras vidas. Sin embargo, como decía la terapeuta Virginia Satir, "La perfección es un mito; la vida es un constante proceso de crecimiento". Nos equivocamos al buscar la perfección, cuando lo que realmente deberíamos celebrar es el progreso. Cada paso que damos hacia adelante, incluso si no es perfecto.
Seguramente tienes en tu radar muchas otras cosas en las que constantemente vas a equivocarte y ¿sabes qué? Está bien, porque no se trata de tener la vida bajo control, sino de aprender a disfrutar los tropiezos con la certeza de que, incluso en nuestros errores, estamos avanzando.