Los métodos de planificación familiar son una victoria para nuestro derecho a decidir cuándo y qué cantidad de hijas e hijos queremos tener. Existen algunos que no requieren medicamentos y muchos otros que sí, y para estos últimos su uso requirió pruebas de laboratorio en animales y en personas, y con el pasar de los años han ganado terreno en la vida de las mujeres.
Hay muchas maneras de clasificarlos. Por ejemplo, los que tienen hormonas (pastillas, inyecciones, parches, sistemas intrauterinos, implantes, anillos) y los que no tienen hormonas (preservativo femenino y masculino, DIU de cobre, coito interrumpido, ritmo/método sintotérmico, espermicidas). También los que son de larga duración (implante, sistema intrauterino, dispositivos intrauterinos) y de corta duración (el resto que requieren que la usuaria los aplique cada cierto tiempo).
Como toda medicina, los anticonceptivos tienen efectos secundarios y adversos en nuestro cuerpo, pero el tipo e intensidad depende de cada persona. Los no hormonales, por ejemplo, pueden causar irritación vaginal, alergia a los componentes, cólicos o aumento en el sangrado (como el DIU de cobre o plata) y los hormonales pueden dar un sinnúmero de efectos (dolor de cabeza, alteración de emociones, náusea, retención de líquidos y acné), pero el más temido es la trombosis (coágulos en la sangre que tapan vasos sanguíneos).
Lo ideal para saber si un método de planificación está contraindicado o lo estoy usando y debo suspenderlo es consultar los criterios de elegibilidad de la Organización Mundial de la Salud. Hay ciertas condiciones o cierta etapa en la vida de la mujer en los que no debemos usar ciertos métodos y ahí se desglosan bien.
Lo ideal es hacer una revisión ginecológica que incluye ultrasonido y laboratorios de sangre, la mayoría de las personas no tiene acceso a esto y se opta por hacer una historia clínica y con base en esto y las preferencias de la usuaria se elige el ideal.
Cuando decimos ideal nos referimos al que te haga sentir bien (hay quienes no se sienten cómodas usando hormonas), al que no olvides usar (las pastillas son ideales para quienes no olvidan tomarlas, las que son distraídas pueden proferir inyecciones mensuales, DIU o implante), al que por alguna enfermedad que tengas te sirva como método de planificación y tratamiento (el dienogest en la endometriosis), etcétera.
La gran disyuntiva es que elegir un método de planificación es como hacer una cita de amor a ciegas. El problema de los de larga duración es que implican dolor en su colocación (DIU, SIU o implante). Si no te sientes cómoda, la experiencia en su colocación pudo ser en vano. En cambio, con las pastillas, si después de tres meses no te gustan, puedes cambiar de marca o dosis.
Ojalá en un futuro cercano, esa cantidad de métodos anticonceptivos también se desarrollen para los hombres, pero en lo que llega ese momento es importante experimentar informadas y saber que hay efectos secundarios que varían en las personas.
Eso sí, recuerda: no porque uno te haya caído mal, todos lo harán, o no porque tu mamá se haya embarazado con DIU, significa que te va a pasar lo mismo. Siempre puedes cambiar de método. No olvides que si estás dispuesta a asumir la menor efectividad de los métodos naturales, usarlos tampoco es una mala decisión.