Sentía pérdida a mi alrededor y me convencí a mí mismo de que no viviría más allá de los 24 años. De este caos surgió una urgencia por crear y responder a la pregunta: ¿A dónde va el alma?
-David LaChapelle
“Amor”, la retrospectiva del fotógrafo y director estadounidense, David LaChapelle, llegó a la Ciudad de México. Sin duda, David es una de las figuras más importantes del arte contemporáneo; sus piezas son conocidas por sumergirse en un un universo pop y surrealista que retrata la devastación capitalista, el hiperconsumismo y lo sagrado en fotografías que explotan en color para mirar con crudeza el lugar de muerte en el que se ha convertido el mundo.
Con más de 100 piezas, la exposición recorre las obsesiones de LaChapelle a lo largo de su trayectoria. Así, la desnudez, el cuerpo salvaje, los simbolismos religiosos y la crítica a la sociedad de consumo son tópicos que vuelven una y otra vez en imágenes que parecieran salidas de un cuento de los hermanos Grimm (con todo lo fantasioso y siniestro que esto implica).
Te cuento rápidamente que David es reconocido, entre otras cosas, porque ha trabajado para marcas de lujo como Tommy Hilfiger. Su trabajo, además, ha aparecido en algunas de las revistas más importantes de moda al retratar a figuras como mi amado David Bowie, Britney Spears, Eminem, Michael Jackson, Elton John, etc.
De ahí la maravilla de su crítica al mundo de la farándula y el consumo; es más poderosa porque viene de alguien que no solo ha visto sus repercusiones en el afuera. Se trata de una mirada que se ha percatado de la putrefacción desde adentro, desde la entraña de la riqueza.
Sus piezas abordan temáticas reconocidas por la mayoría de las personas, como la dismorfia corporal, la precariedad, el dolor ante los inalcanzables estereotipos de belleza, la contaminación, la guerra y la muerte. Siempre la muerte. Mediante el cruce entre la fantasía, la naturaleza, el pop y la ensoñación, el artista se sumerge en una bruma brillante y espantosa al mismo tiempo.
Me recordó mucho a la Barbie de Greta Gerwig; una figura encantadora, perfecta, vestida con ropas color pastel que, sin embargo, se hunde en su inmenso deseo de muerte. Lo tanático y lo erótico. La vida y la muerte; esa danza interminable de aquello que nace desde el centro de la devastación. Pensar, por ejemplo, que ahora mismo hay bebés naciendo en Gaza. En cada espacio de muerte hay nuevas vidas que vienen al mundo… ¿ a qué? La pregunta se queda en el aire. La pregunta no la hago yo, me la hizo David LaChapelle mientras miraba sus fotografías.
Al mismo tiempo, LaChapelle explora el otro espacio, el de la posibilidad; el de los cuerpos desnudos que se reconocen en sí mismos, que son carne y en carne explotan. Que así, embebidos en su potencia erótica se vuelven Cristo, Vírgenes que nacen del pecado y en él se santifican. David LaChapelle toma los símbolos sagrados de la modernidad (desde Dios hasta Naomi Campbell) para explorar esa dicotomía entre lo naciente y lo podrido.
Interesante, entonces, que nos diga todo esto en una retrospectiva llamada “Amor”. ¿Se está burlando? ¿Es un manifiesto, una declaración o una risotada? Sinceramente, no lo sé. Elijo creer que es un llamado; una alerta para mirar la vida y su brevedad desde un lugar donde crear, escribir, amar y bailar son una breve respuesta. Tal vez todo esto sea simple y llanamente como hacer un pequeño hoyo en una enorme pared de acero. Sin embargo, por más pequeño que sea ese agujero, permite al aire pasar y eso, en tiempos así de caóticos, es suficiente.
Tal vez eso es lo que está diciendo LaChapelle en su obra, que en medio de la muerte, el amor está en lo breve, en lo primario, en lo que pareciera insignificante, en las palabras que se atreven a ser pronunciadas, en un guiño, en una canción. A veces basta con respirar, ser breve y fundirse con una rola de Moby.
La exposición estará en el Palacio de Minería hasta el 31 de julio. El costo de la entrada es de $200 pesos (puedes comprar el boleto en taquilla o aquí).
Si necesitas más información, accede a la página del Palacio de Minería.