Fumio Sasaki es un autor japonés que vive en un departamento de 30 metros en Tokio. Su hogar está decorado únicamente con una caja de madera, un escritorio y una colchoneta plegable. Él asegura que medimos nuestros éxitos a través de lo que poseemos y que necesitamos poner en práctica el minimalismo si queremos alcanzar la verdadera felicidad. ¿Le creemos?
Hace unos días mientras estaba limpiando mi departamento, caí en cuenta de que tengo demasiadas cosas que no necesito y que he ido acumulando a lo largo de los años. En general, considero que soy una persona muy desprendida, pero si algo tiene valor sentimental para mí, difícilmente lo voy a dejar ir. El problema es que a todo le doy un valor sentimental. ¿Te pasa?
“Es que cómo lo voy a tirar”, “y si lo necesito después”, “qué tal que no encuentro otro igual”, “todavía sirve”, “cuando baje de peso me va a quedar”, son solo algunas de las cosas que me repito a mí misma cuando me detengo a observar todo lo que hay en mi casa.
No sé si alguna vez te ha pasado que cuando limpias o abres un espacio, de inmediato llega una sensación de alivio o ligereza. Creo que de eso se trata el concepto de minimalismo del que habla Sasaki: reducir drásticamente las posesiones.
¿Realmente necesitamos tanto para ser felices? Por supuesto que no. Entonces, ¿por qué queremos siempre algo nuevo? Incluso he pensado varias veces el sufrimiento y cansancio que implicaría tener que llevarme todo lo que tengo a otro lugar, si algún día decidiera mudarme y eso me genera demasiada ansiedad.
Lo comparto contigo porque tomé la decisión de dejar de acumular, no quiero seguir tirando mi dinero en cosas que no necesito y que se van a quedar olvidadas, y tampoco quiero seguir conservando todo aquello que en algún momento consideré valioso, pero que hoy solo me quita espacio físico y mental. Sobre todo porque no mido mi felicidad ni mis éxitos por las cosas que tengo o que me faltan.
No recuerdo dónde leí que si pusiéramos todo lo que tenemos en cajas de cartón, apiláramos estas cajas en nuestra casa y fuéramos sacando de ellas únicamente lo que necesitamos en el día a día, nos sorprendería darnos cuenta de que en realidad, no necesitamos casi nada de lo que hay dentro y varias de esas cajas, se quedarían ahí toda la vida, sin abrir.
Si necesitas un empujón como yo, para comenzar a deshacerte de todo lo que no es necesario, te voy a compartir algunas recomendaciones que empecé a aplicar.
En primer lugar, no quedarme con nada de lo que no pueda hablar apasionadamente o contar una buena historia. Dos, conservar las cosas que sí volvería a comprar en caso de perderlas. Por último, la tercera y más importante: tener muy presente que desechar los recuerdos físicos no es igual a desechar los recuerdos que tengo en la mente y el corazón. ¿Estás lista para empezar?