Desde niña asocié la vejez con el consumo de medicamentos; hasta que estudié Medicina. Me tocó ver la evolución en la priorización de objetivos que trata enfermedades a aquella nueva que las previene. Con el pasar de los años vi todas las consecuencias graves que había si la enfermedad se presentaba, y cuando me sumergí de lleno al mundo de la obstetricia y ginecología, terminé de confirmar la importancia de la prevención.
En esta rama hay diversas enfermedades que se pueden prevenir siempre y cuando se detecten los factores de riesgo, podamos modificar hábitos en el estilo de vida y, dependiendo el caso, usemos medicamentos que puedan evitar escenarios como enfermedades crónicas o cáncer.
Es cierto que la salud no sólo es física, sino que abarca también un ámbito mental y el ambiente en el que nos desenvolvemos pueden impactar en ambos. Por esta razón la medicina tiene que tener una visión integral e individualizada para tener los mejores resultados. Recordemos que las enfermedades se pueden manifestar de forma diferente y con distinta intensidad en las personas dependiendo sus características propias y por lo tanto el manejo es diferente.
Muchas enfermedades se presentan en etapas muy tempranas pero se diagnostican de forma tardía con consecuencias, muchas veces, irreparables. Una de las más comunes es la endometriosis, una enfermedad crónica en la que el endometrio se localiza fuera del útero, generando dolor, adherencias, infertilidad y tumores en el ovario que pueden requerir cirugía.
A muchas nos criaron con que el dolor en la menstruación era parte natural de ser mujer y de esa manera retrasaron el manejo. Otras lograron detectarlo a tiempo, pero aceptar que debes depender de hormonas no siempre es fácil de asimilar y esta dificultad empeora cuando vemos a influencers hacer yoga con una corona de flores en el bosque repitiendo el mantra de que las hormonas intoxican y que puede controlar una enfermedad hormonal con suplementos.
La mercadotecnia, disfrazada de publicaciones de “divulgación científica”, nos ha llevado a creer que los anticonceptivos como parte del tratamiento del síndrome de ovario poliquístico están proscritos o que nos envenenan. Entonces, suspendemos tratamientos recetados por profesionales de la salud, cuando en realidad el manejo es individualizado dependiendo del fenotipo de SOP que tenemos. Por supuesto que dar hormonas para ciclos irregulares sin haber pedido estudios ni explorado a la paciente está mal, pero por esta mala práctica no debemos desestimar el uso de anticonceptivos que pueden prevenir enfermedades tan graves como el cáncer de endometrio.
Promulgar que con pensamientos y prácticas holísticas se puede revertir el cáncer o la infertilidad como Nirdosh Kohra afirma, nos acerca de forma peligrosa a la charlatanería. Las personas que tenemos que tomar medicinas podemos estar en un estado vulnerable durante el proceso de aceptar la patología y caer en estas prácticas. Las medicinas y el tiempo que las debamos tomar deben tener sustento científico y en la medida de lo posible poder optar por diferentes opciones de tratamiento pero respaldados siempre por medicina basada en la evidencia.