Hace tres meses, decidí darle una oportunidad al pilates, un ejercicio que siempre había considerado más una moda pasajera que una verdadera herramienta de transformación. Entonces, ¿cuál fue mi motivación? Caí redondita, como muchas otras veces, en los videos que hay en redes mostrando cambios impresionantes luego de unas semanas de práctica.
Además de la evidente curiosidad, quería encontrar algo que me ayudara a desarrollar una habilidad que considero nunca he tenido: la de poner mi mente en blanco. Había escuchado que para pilates necesitas no sólo coordinación, sino también mucha concentración en el momento presente para hacer bien los ejercicios. Bueno, ¡ha sido toda una experiencia!
Llevo poco practicándolo en su versión reformer de manera constante y vamos a empezar con las cosas no tan buenas. Los primeros días fueron un desafío; a pesar de estar acostumbrada a hacer ejercicio y levantar peso, los músculos me dolían como nunca antes.
También hay que sumar la frustración, porque aunque las instructoras son increíbles corrigiendo posturas y explicando de la mejor manera, sentía decepción por no poder hacer las cosas correctamente. Me di cuenta de que no era tan flexible y que encima, había mantenido una mala postura durante mucho tiempo.
A diferencia de otras actividades, en otros años de mi vida, esta vez no dejé que la decepción por no hacer todo bien a la primera, a la segunda o a la tercera me orillara a tirar la toalla. Estaría mintiendo olímpicamente si te dijera que mi cuerpo ha cambiado impresionante y que ahora soy una versión espigada y tonificada. Eso difícilmente se logra en tres meses sólo haciendo pilates, así que empezando por ahí vamos a desengañarnos.
Lo que sí es una realidad es que este método es mucho más que una simple tendencia y que combinado con alimentación saludable, descanso adecuado y hasta otros ejercicios, puede ayudarte a conseguir muchos objetivos.
En mi caso, me siento mucho más flexible, fuerte y en control con mi cuerpo. Los cambios en mi postura son muy evidentes y con eso he conseguido dormir mejor, y evitar los recurrentes dolores de cuello y espalda por pasar mucho tiempo sentada trabajando. Lo mejor ha sido que he logrado desconectarme del estrés y centrarme en ese momento en el que mi respiración y movimientos son fundamentales para no caerme.
Todo sería increíble si no fuera porque practicarlo en un estudio no es muy económico y el costo por clase puede llegar a ser elevado. ¿Cuáles son las opciones entonces? ¡Practicarlo desde tu casa! No necesitas una cama, sólo un mat y un pequeño espacio. Algunos de los mejores canales en YouTube para esta disciplina son: Move con Nicole y Mary Braun, que tienen rutinas para todos los niveles.
Sea esta o cualquier otra actividad, no se trata sólo de seguir una moda, sino de adoptar una práctica que te haga sentir bien. Si alguna vez has considerado probar algo diferente, ¡no te detengas! Puede que, como yo, descubras una nueva pasión y una forma más equilibrada de vivir.