Una vez leí un tuit donde una mujer se quejaba de las revisiones ginecológicas a las que se tenía que someter, ya que su pareja le contagió el Virus del Papiloma Humano (VPH). Recalcó su malestar de que a él no le pasó nada mientras que ella debía ir periódicamente a revisarse.
Podría sonar lógico porque no hay campañas de papanicolaous para hombres, a pesar de que se sabe que el VPH también genera lesiones premalignas en pene, ano y garganta. Encima de todo, sus revisiones (salvo las de próstata) suelen no ser tan incómodas ni cargadas de culpa o juicios como las de las mujeres. Independientemente de eso, el VPH lo contagiamos todas y todos, y nos puede afectar de forma similar.
En primer lugar debemos entender que la infección por VPH es altamente contagiosa si no estamos vacunadas o vacunados. En un grupo de estudiantes universitarios no vacunados, la proporción de mujeres que tenían VPH en el tiempo estudiado fue de 39 % en el año dos y del 60 % en el año cinco, mientras que entre los hombres no vacunados en la misma universidad en el año dos fue del 62.4 %.
Con el objetivo de crear consciencia y no miedo, en ese mismo estudio, se detectó el virus debajo de las uñas en el 32 % de los participantes masculinos, un tercio de los cuales no tenían el VPH detectado en ningún sitio genital. Este virus se transmite con el contacto piel-piel o piel-mucosas por lo cual entendemos la razón de que prácticamente todas y todos nos vamos a contagiar.
Aunque los preservativos son una excelente manera de prevenir todas las infecciones de transmisión sexual, no existe uno que cubra todo el cuerpo incluyendo la boca. Si se transmite más en genitales es porque suele ser la parte donde los cuerpos tienen mayor contacto. La mejor manera de prevenir una infección por VPH sigue siendo la vacunación.
Una ventaja que tienen los hombres es que sus órganos sexuales están afuera. Cualquier sangrado, protrusión, granito o herida pueden ser visibles. El ano se puede evaluar al hacer la limpieza después de defecar y para hombres de alto riesgo de lesiones premalignas (que viven con VIH, trasplantes, lupus o enfermedades que bajan las defensas) se deben hacer anoscopias (poner un espejo vaginal en el ano).
La mayoría de hombres en el mundo no viven con estas enfermedades que bajan las defensas y tienen los órganos sexuales visibles, mientras que en las mujeres el cuello uterino solo es visible mediante el espéculo vaginal. Por esa razón anatómica es que las mujeres deben acudir a revisiones anuales con su ginecóloga de confianza.
En hombres es más frecuente el cáncer de orofaringe y garganta y en las últimas décadas ha aumentado la incidencia de esta enfermedad asociada a VPH. Aún no hay programas de salud pública como el papanicolaou en mujeres, pero la ventaja que ellos tienen es que la mortalidad no es tan alta y hay síntomas (dificultad para tragar, palpar tumores en el cuello, heridas en la cavidad oral que las puede ver el dentista en la limpieza dental) que pueden detectarlo a tiempo.
Hay personas que adquieren el virus y no generan lesiones, la mayoría tiene lesiones que se quitan sin necesidad de intervenciones quirúrgicas en un promedio de dos años. El problema son las minorías, ese 5 % de la población que por diferentes circunstancias (tipo de virus, genes propios o ambiente en que viven) generan lesiones persistentes que después de un tiempo pueden causar cáncer.
Es importante entender que todas estamos expuestas al virus y la mejor manera de prevenirlo es la abstinencia sexual o la vacunación, pero en el caso de que no sigas alguna de las dos y tengas el virus, por estadística es más probable que la lesión se quite sola. No tengas miedo, acepta que en este cuerpo y en este mundo nos tocó habitar el VPH, y acude a revisión.