Me gusta decir y creer que soy una persona de frases y que he logrado construirme a través de las palabras que escucho, que leo o que alguien me comparte en una buena conversación.
¿Qué hace que una frase se vuelva impactante para nosotras? Puede ser su simplicidad, su profundidad, que venga de alguien que admiramos o que resuene con un momento específico de nuestra vida cuando la escuchamos. Sea como sea, creo que actúan como una especie de mantra que puede servirnos de brújula en momentos cruciales.
Hoy quiero compartir contigo tres frases que me han ayudado a cambiar la visión que tengo sobre la vida y la forma en la que quiero vivirla.
Profundiza sobre la inevitable sensación de no tener tiempo suficiente para estar con nuestros seres queridos y me recuerda lo importante que es estar verdaderamente presente. Cada que salgo de la casa de mis papás, que paso un día increíble con mis hermanas o que termino llorando de risa en una cena con mis amigos, me invade una deuda emocional. ¿Te suena?
Constantemente me recuerda que lo único que yo puedo controlar son mis acciones y que sin importar las respuestas externas, puedo quedarme tranquila sabiendo que manejarme desde un lugar de empatía, amor y compasión, siempre tendrá buenos resultados.
Siempre he creído que la armonía emocional y las relaciones positivas superan por mucho, la necesidad de ganar argumentos. Sobre todo porque hay personas que necesitan constantemente tener la razón y enfrascarte en una discusión con ellas, es quemar tus cartuchos de energía.
Espero que a lo largo de los años logres identificar y hacer parte de ti, algunas frases que se adapten a tu forma de ver la vida o que por lo menos, te ayuden a crear una nueva filosofía. Y sobre todo, espero que nunca subestimemos el poder que tienen las palabras, tanto para sanar como para enfermar.