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Intimidad: cómo decidimos compartirnos

Escrito por Alexis Alanís Gómez | 20 enero 2025

El salto de mostrarnos vulnerables

Hace poco me topé con una frase de Brené Brown, a quien he citado en varias columnas y que me dejó pensando en el tema de la vulnerabilidad: "La intimidad es un acto de coraje". ¡Y sí que lo es! Actualmente todo parece estar expuesto: nuestras fotos, nuestras rutinas, incluso lo que comemos. Pero ¿qué hay de esa parte nuestra que no posteamos, esa que guardamos bajo llave? Hablo de nuestra verdadera intimidad.

La intimidad no se reduce a lo sexual, aunque muchas veces el término se asocia sólo con eso. Según los psicólogos, hay varios tipos de intimidad: emocional, intelectual, física, espiritual y hasta recreativa. Cada una representa una manera distinta de compartirnos con alguien.

Por ejemplo, la intimidad emocional implica abrir nuestro corazón, mostrar nuestras inseguridades, miedos y sueños. La intelectual surge en esas conversaciones que estimulan nuestra mente, donde compartir una idea o un punto de vista nos conecta a otro nivel. Y la recreativa… bueno, ¿a poco no has sentido que se forma un vínculo especial cuando compartes un hobby o vives una experiencia divertida con alguien?

Lo interesante es que la intimidad requiere algo que no siempre estamos dispuestas a dar: vulnerabilidad. Porque abrirnos significa también correr el riesgo de ser juzgadas, rechazadas o lastimadas. Es un salto al vacío. Pero también, y esto es lo mágico, es lo que nos permite formar conexiones reales y profundas.

Decidir compartirnos es un acto consciente. No se trata de abrir las puertas de par en par a cualquiera, sino de elegir a las personas que han demostrado que merecen ver esa parte de nosotras. Es como invitar a alguien a un rincón especial de tu casa: no cualquiera llega a la habitación más personal, ¿cierto?

Lo que me encanta de explorar este tema es que también nos lleva a preguntarnos: ¿cuánta intimidad comparto conmigo misma? A veces estamos tan enfocadas en conectar con los demás que olvidamos mirarnos al espejo y reconocernos, sin filtros, sin pretensiones. Esa también es una forma de intimidad, y probablemente la más importante.

La próxima vez que pienses en la palabra “intimidad”, recuerda que no es sólo algo que sucede entre dos personas, sino un proceso que empieza con nosotras mismas. Compartirnos es un regalo, y como tal, merece ser cuidado y entregado con intención. Porque cuando decidimos abrirnos, también elegimos construir algo mucho más grande que nosotras mismas: una conexión auténtica.