Todas las personas deberíamos acudir anualmente a una revisión médica. Es más común que lo hagamos las mujeres porque hay programas de salud pública para disminuir la incidencia de cáncer como la citología cervical o papanicolaou.
Además, al tener ciclos menstruales, es más fácil darnos cuenta que algo no está bien porque puede haber irregularidades, ciclos dolorosos o algún síntoma relacionado que nos obliga a acudir a revisión médica en la que se nos explica la importancia de modificar hábitos en el estilo de vida, tomar medicamentos o realizar tratamientos que no siempre son fáciles de seguir y que nos terminan frustrando al no poderlos llevar a cabo.
El solo hecho de acudir a consulta te debe hacer sentir orgullosa. Lo que yo siempre le digo a mis pacientes es que leE pregunten a su pareja cuándo fue la última vez que ellos acudieron y la respuesta general es que no han ido recientemente y si fueron fue por un cuadro gripal.
Acudir a una cita médica es enfrentar el miedo que todas tenemos a perder la salud. El panorama es más sombrío si no conocemos a la doctora en turno. Recibimos el famoso “¿por qué no habías venido antes?” o algún comentario que nos haga sentir incómodas en un momento tan vulnerable.
Cuando ya tenemos la certeza de un diagnóstico, vienen una serie de problemas que no habíamos contemplado: el tratamiento. Se basa en medicamentos y en estilo de vida. Los primeros pueden tener un costo elevado o tener efectos secundarios y el segundo implica cambiar hábitos que tenemos toda nuestra vida llevando a cabo; es decir, ninguno de los dos son fáciles.
A pesar de que con sinceridad les digo que ninguno de los dos tipos de tratamiento son fáciles, cuando las pacientes vienen a revisión suelen sentirse derrotadas o mal consigo mismas, como si de ellas dependieran exclusivamente los resultados. Recuerden que somos el producto de múltiples circunstancias.
Si nunca has hecho ejercicio, no vayas a pagar una membresía anual a un gimnasio. Esa acción radical suele hacer que pierdas dinero y que te frustres, más aún con el lema de “bueno, perdí mi dinero pero me lo merezco”. Los hábitos se forjan con cariño. Empieza a hacer en tu casa 5 minutos diarios de ejercicio con tus dos canciones favoritas. Sube la duración y la intensidad paulatinamente para poder crear la disciplina del ejercicio.
Otro problema frecuente, como la resistencia a la insulina, implica disminución del estrés. La Ciudad de México es la aliada número uno de esta condición. Los trayectos largos, jornadas laborales intensas, poco tiempo recreativo hacen lógico que los niveles de insulina bajen. Por lo tanto, nos debemos enfocar en hábitos, no en niveles de insulina. Recuerda que siempre hay medicamentos que pueden ayudar a tratar de forma individualizada esta condición.
Como pacientes, solemos no seguir indicaciones, suspender los medicamentos o recaer en hábitos no ideales. Es normal, todas lo hacemos. No te juzgues de más. Lo importante es tener la resiliencia de volver a empezar. La aceptación de cualquier condición nunca es fácil y se requiere probar todas las alternativas incluyendo suspender el medicamento prescrito. Es un camino y un proceso normal.
Hay quienes están en seguimiento semestral de VPH y llegan dos meses después angustiadas de más por no haber acudido a tiempo. Todas tenemos situaciones personales, psiquiátricas o laborales que nos impiden cumplir al pie de la letra con el seguimiento propuesto. No te estreses de más. Somos humanas y transitamos por el miedo, angustia, alegría, tristeza o negación que nos orillan a tomar decisiones. No seamos tan estrictas con nosotras mismas.