Al mirar hacia atrás, me doy cuenta de cuánto hubiera cambiado mi vida si hubiera sabido algunas cosas sobre finanzas antes de cumplir 30 años. No voy a ir muy lejos, en mi columna pasada escribí sobre lo que significa crecer, convertirse en un adulto y las responsabilidades que esto implica.
En este viaje de autodescubrimiento y aprendizaje, me topé con muchas lecciones financieras que, de haber conocido antes, me hubieran ahorrado algunos dolores de cabeza pero también me habrían permitido tener mayor tranquilidad. Aquí te comparto las que considero más importantes.
Olvídate de una cantidad o porcentaje específico, porque a veces tenemos imprevistos que no nos permiten destinar la misma cantidad mensual o semanal, lo importante es que sí empieces a ahorrar lo antes posible. Cuando somos más jóvenes, caemos en la tentación de gastar en cosas que no son esenciales. Establecer el hábito de ahorrar regularmente, aunque sea una pequeña cantidad, puede tener un impacto significativo a largo plazo.
¡Y sobre todo a respetarlos! Tener un budget nos permite tener control claro sobre nuestras finanzas y evita que caigamos en deudas innecesarias. Crear y seguir un presupuesto no sólo ayuda a gastar dentro de nuestros límites, sino también a darnos cuenta en qué realmente se está yendo el dinero y valorarlo aún más.
Siempre andamos por la vida pensando que nada nunca nos va a pasar, hasta que nos pasa. Ya sea una emergencia médica, quedarse sin chamba o una buena oportunidad… La vida es impredecible y, a veces, puede lanzar bolas curvas que no esperas. Tener un fondo de emergencia de al menos tres a seis meses de gastos puede ser un salvavidas en momentos difíciles. Este fondo proporciona una red de seguridad y permite manejar situaciones inesperadas sin contraer deudas.
Pueden ser una herramienta poderosa si se usan correctamente. Mantener un buen historial crediticio es esencial para obtener préstamos con buenas tasas de interés en el futuro. Sin embargo, también es fundamental entender los peligros que tienen. Trata de no vivir por encima de tus posibilidades y evita acumular deudas de tarjetas de crédito con altos intereses.
Es bien fácil ir por aquí y por allá dándonos gustitos aplicando el “para eso trabajo” o el “Dios proveerá” a.k.a “tarjetazo”, hasta que llega el final de mes y ya no tienes de dónde sacar para pagar todo lo que gastaste. Es básico ser muy conscientes de lo que estamos ganando, pero también de los recursos totales que tenemos para no sobreendeudarnos.
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Para mí, cada uno de estos puntos representa una pieza del rompecabezas financiero que en algún punto todas debemos armar, y aunque seguramente faltan muchas más, creo que son la base para mantener una buena salud financiera y para tomar decisiones más informadas y estratégicas.
Nunca es tarde para empezar a ponerlas en práctica. Aterriza tu situación actual y considera cómo puedes aplicar estas lecciones a tu vida. La libertad financiera no se logra de la noche a la mañana, pero con paciencia, disciplina y conocimiento, puedes construir un futuro seguro y próspero.