La autoestima se ha convertido en un término tan común que pareciera que todo gira en torno a ella. "Si tu autoestima está alta, todo fluye", "Tienes baja autoestima porque subiste de peso". Estos mitos crean una falsa percepción sobre lo que realmente significa tener una autoestima saludable, y peor aún, sobre cómo mantenerla.
Uno de los mitos más grandes es creer que la autoestima depende de cómo te tratan los demás o de cómo te perciben. Nada más lejos de la realidad. La autoestima es ese amor que te tienes a ti misma, que no debería estar condicionado por el éxito, los fracasos, las críticas o la aprobación de otras personas.
Si basamos nuestro valor en lo que otros piensan, nos convertimos en una montaña rusa emocional, siempre cambiando según la situación. Al contrario, una autoestima saludable se construye desde adentro y no se tambalea ante comentarios externos.
Otro mito común es la creencia de que la autoestima es algo fijo y que o la tienes "alta" o "baja". Pero, la verdad es que la autoestima no es un medidor inamovible. Todas pasamos por momentos en los que nos sentimos más seguras o dudamos de nosotras mismas y eso no significa que nuestra autoestima esté "baja". Lo importante es saber cómo gestionarla cuando esas inseguridades aparecen para nunca permitir que esas dudas se conviertan en verdades sobre quién eres.
A la lista de mitos se suma el pensar que la autoestima está ligada a ser perfecta. ¡Error! No necesitas tener la vida perfecta, ni cumplir con los estándares inalcanzables de éxito, belleza o habilidades para tener una buena autoestima. Amar tu imperfección, aceptar tus debilidades y trabajar en ellas desde un lugar de amor es lo que verdaderamente mantiene una autoestima sana. La perfección es una ilusión, y perseguirla solo genera frustración.
Pero ¿cómo le hacemos para tener una autoestima saludable? Aquí es donde entra lo práctico. Primero tenemos que aprender a escucharnos. ¿Qué necesito? ¿Qué me está diciendo mi voz interior? Desarrollar la autocompasión y eliminar esa crítica interna que muchas veces nos sabotea. Rodearnos de personas que nos eleven, no que nos hundan. Practicar el autocuidado, no sólo en lo físico, sino también en lo mental y emocional. Y sobre todo, recordar que decir "no" y poner límites, también es cuidarnos.
La autoestima es un largo viaje, un proceso. No es algo que alcanzas y se queda ahí para siempre, sino que requiere mantenimiento constante. Implica aprender a no castigarnos por las veces en las que nos equivocamos y también a vernos como personas que siguen creciendo.
Así que olvídate de todos esos mitos que te han contado sobre ella y que dictan que necesitas ser de tal o cual forma para mantenerla intacta. Eres lo suficientemente valiosa tal y como eres y el amor que te das, incluyendo cómo te tratas y cómo te hablas, es la única fuente real de una autoestima saludable.