Una suele pensar en correr como deporte, entretenimiento o simplemente como una actividad física que te ayuda a liberar estrés. Mientras que otras personas, como las rarámuris, han tenido que hacerlo por años como parte de su estilo de vida. Esa costumbre las ha llevado a conquistar ultramaratones.
Desde el pasado 31 de marzo, seis mujeres rarámuris han sido noticia tras ganar el tercer lugar en “The Speed Project”, una carrera de relevos de 550 kilómetros de distancia que arrancó en Los Ángeles, California y culminó en Las Vegas, Nevada, Estados Unidos.
Yulisa Fuentes, Isidora Rodríguez, Lucía Nava, Argelia Orpinel, Rosa Ángela y Verónica Palma recorrieron poco más de 90 kilómetros cada una durante 52 horas seguidas. Además de la distancia, destacan las condiciones en las que corrieron: con vestimenta típica tarahumara y sandalias hechas de goma de llantas y correas de cuero.
Pero no me gustaría que solo nos quedáramos con la imagen de un grupo de mujeres corriendo con vestidos y huaraches, que en sí es sorprendente. ¿Acaso no vale la pena reflexionar el por qué corren en esas condiciones? ¿Cómo es posible que hayan obtenido mejor tiempo que muchas atletas que se han preparado por años?
A nosotras, las citadinas, nos parece increíble que una persona pueda correr por tanto tiempo, sin tenis y ropa deportivos, pero la población rarámuri está acostumbrada a recorrer grandes distancias sin esa indumentaria porque así es como recorren la Sierra Tarahumara de Chihuahua.
Con sus vestidos típicos, las mujeres de “pies ligeros”, como también se les llama a las rarámuris, han atravesando terrenos escabrosos con bruscos desniveles entre elevadas montañas y profundas barrancas para comunicarse y trasladarse entre los pueblos de la Sierra, donde al menos cinco municipios viven en pobreza y se enfrentan al crimen organizado.
Quizá por esa necesidad, “los tarahumaras, a diferencia de otros 10 individuos de otros grupos étnicos como Tepehuano, Nahua, Totonaca, Zapoteca y Maya, mostraron un enriquecimiento en los genes ligados al colágeno, la resistencia y el desarrollo muscular”, según científicos de la UNAM.
Aunque la mayoría del tiempo es una necesidad correr para trasladarse, eso no significa que las rarámuris no lo disfruten. Eso sí, no a todas las personas de la sierra les gusta correr o participar en competencias internacionales, pero quienes lo hacen no solo obtienen el gozo de la actividad, también lo ven como una oportunidad para viajar, vender sus artesanías u otra forma de obtener ingresos para sus familias.
Yulisa, Isidora, Lucía, Argelia, Rosa Ángela y Verónica obtuvieron una beca mensual del gobierno municipal de Guachochi después de haber ganado el tercer lugar en la competencia de Estados Unidos. Además, les prometieron mejorar sus viviendas.
"Cada una tiene un entrenamiento particular, pero algunas de ellas no entran porque correr es parte de su estilo de vida. Las que viven en la sierra, los caminos, de pronto es más rápido llegar corriendo", dijo Beba Guzmán, directora y corredora que acompañó el proyecto, al diario deportivo Récord.
Otro ejemplo es Lorena Ramírez, la primera mujer rarámuri que destacó por correr cuando en 2016 quedó en segundo lugar en el ultramaratón de 100 kilómetros de Caballo Blanco y luego ganó el ultratrail Cerro Rojo de 50 kilómetros. De niña pasaba entre cinco y seis horas en el monte siguiendo a sus cabras o haciendo largas caminatas. Y sí, al igual que las recientes ganadoras, Lorena se sintió cómoda con sus huaraches y falda.