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Apuntes sobre "Pobres criaturas": un manifiesto a favor de la vida

Escrito por Anahí Gómez Zúñiga | 08 febrero 2024

 

Bella Baxter y su potencia monstruosa

Prefiero laderas, barcos, ríos, casas. Prefiero pertenecerme.

-Mónica Ojeda

1

El 15 de febrero es mi cumpleaños número 28. En un par de días también cumpliré tres años de haber elegido la vida. Un hecho que, para ser sincera, no pensé que llegaría. Después de un largo periodo de autodestrucción, miro hacia atrás y siento muchas ganas de llorar, de abrazarme porque lo logré. Sigo aquí.

Y hace un par de horas llegué a casa después de ver Pobres Criaturas, de Yorgos Lanthimos. Mi cuerpo aún tiembla. Creo que es una cinta hecha en clave neurodivergente. Una película que habla el lenguaje de la locura, de quienes hemos vuelto varias veces del territorio de la muerte.

No me parece ninguna coincidencia que la película empiece, justamente, con un suicidio.
 
2
Tengo en mi libreta una fila de referencias para hablar de Pobres Criaturas y citar a Descartes, a Freud e incluso a Foucault. Pero creo que sería traicionar el sentido de una película que le habla al cuerpo, que aboga por soltar las filosofías y sentir que la carne se resquebraja, que la vida lo traspasa todo.

Esta cinta es eso, un manifiesto a favor de la vida. Un grito para aquellas que, luego de ver a la muerte tan cerquita, han sabido redescubrir al mundo de nuevo, una y otra vez, ejerciendo a cada paso su oficio de recién llegadas.
 
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En uno de sus poemas, Iveth Luna Flores escribe: “Vas a seguir hablando dentro/ pero me enseñaré a confrontarte, / no con el lenguaje que me diste, / sino con el que estoy aprendiendo ahora,/ un lenguaje de las flores,/ un idioma del agua,/ uno más mío,/ uno que sale de mí”.

Honestamente pienso que esta estrofa es el resumen de la película: una mujer que sale a buscar su propio lenguaje, sus propias palabras. Una mujer que, poco a poco, inventa los conceptos que necesita para aprender a nombrarse a sí misma más allá de las definiciones de los hombres, de la cultura, del Estado.
 
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El director Yorgos Lanthimos es uno de los principales exponentes del “cine weirdgriego”, y también es el artífice de joyas absolutas como: Canino, La favorita, El sacrificio del ciervo sagrado o Langosta.

Algo que me fascina de sus obras, es su obsesión por explorar el lenguaje y la libertad. La mayoría de sus personajes luchan por encontrar una forma de narrar el mundo con sus propias palabras, es decir, pelean por su idea de autodeterminación y no importa si en el proceso les espera la muerte, la mutilación o el vacío.
 
5
En Pobres Criaturas, el director griego se sumerge en un universo barroco, surrealista, steampunk y profundamente corporal donde el personaje principal, Bella Baxter, está dispuesta a experimentarlo todo, incluso a costa de sí misma.
 
6
Los egipcios decían que quien extravía su nombre, pierde su alma. Y la protagonista de esta cinta es una mujer que perdió su nombre original y fue dotada de otro, uno del que poco a poco se apropia hasta volverlo suyo. Es, entonces, el viaje de una persona que quiere aprender a mirarse al espejo y reconocerse. La aventura de una mujer que desea recuperar su alma.
 
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En uno de sus textos, Elisa Diaz Castelo escribe: “el eco era lo único que me habitaba”. Y creo que Pobres criaturas es también la historia de una joven que pasa de ser eco, a dejarse poblar por sus propios sonidos, a encarnar su lenguaje, a convertirse en voz.
 
8
Esta cinta me remite a la teoría freak y a cómo esta se sumerge en la potencia transformadora de lo monstruoso. Bella Baxter es, sin duda, la versión femenina de la creación del doctor Frankenstein. Una monstruosidad lejos de los buenos modales, de la cultura, del recato. Y es ahí, en la rebelión de la belleza, en el espacio de lo incorrecto, donde es capaz de experimentarse fuera de los mandatos patriarcales. 

Tal vez si todas abrazáramos nuestra monstruosidad, nuestra fealdad, nuestros rasgos más fallidos, podríamos reconocernos lejos del deseo de ser vistas, de ser elegidas y, quizás entonces, en ese espacio de bestialidad, nos veríamos aunque sea por un instante como mujeres-lobas, aulladoras, capaces de gruñir, de bastarse a sí mismas. 

9

Quiero ser una mujer-pájara, monstruosa y libre, igual que Bella Baxter.

Quiero ser una mujer-pájara.

Quiero ser.