¿Todas las flores son chicas muertas?
-Mariana Enríquez.
Comienzo a escribir sobre Mariana Enríquez y me siento como en Mean Girls, cuando todas dan su testimonio acerca de quién es Regina George y alguien dice: Una vez me golpeó el rostro y fue increíble (soy esa). Definitivamente no creo que Regina y Enríquez sean mínimamente similares, aunque sí el fanatismo que provocan.
Sin vergüenza alguna, me confieso una de esas fanáticas. Me bastó leer un libro suyo, Bajar es lo peor, para sentir que necesitaba más. Sus palabras se expandieron por mi cuerpo y aún ahora me invaden algunos pasajes del texto. A veces voy a algún bar de mala muerte, o veo a un hombre con apariencia de vampiro adicto a la música de Iggy Pop y pienso en las palabras de Mariana, en la forma pegajosa que tienen de atraparte.
Después de leer Bajar es lo peor, simplemente seguí hundiendo mi existencia en la oscuridad de Enríquez, en su forma única de acercarse al horror y volarte el cerebro.
La potencia de Mariana está también en que es una de las escritoras más importantes de la literatura de horror del momento. Y es mujer. Y es latinoamericana. Y escribe en español en un género usualmente acaparado por los hombres (como casi cualquier ámbito artístico).
Entrar en el universo de Enríquez es aproximarse a una casita en medio del bosque, escuchar que de lo más profundo se escapan algunos acordes de una rola de Joy Division (no importa cuál). Cuando entras a la casa te das cuenta: las paredes están llenas con posters de bandas de rock y en el suelo hay colillas de cigarros. Te detienes. Sientes una presencia. Unos dedos largos, llenos de ceniza te tocan la espalda e instintivamente sabes quién es: es tu padre muerto, el asesino de tu colonia, un milico homicida, la herida más grande y silenciosa que llevas contigo, una tarde llorando en tu habitación. Es eso a lo que más le temes.
Y Mariana, con toda su potencia, no tiene empacho en crear universos paranormales fuera de lugar para después pararse ante ti y decir: ¿Crees que esto asusta? Entonces mira dentro de ti o asómate a las cientos de fosas anónimas que inundan este país y entonces conocerás el verdadero horror.
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Ahora estoy comenzando Nuestra parte de noche y no puedo parar. Los demonios, las enfermedades crónicas, las maldiciones, las dictaduras y el amor son una combinación difícil de soltar. Además, la destreza en el oficio es evidente. El cuidado del lenguaje es un deleite para quienes nos fijamos escrupulosamente en el uso de las palabras.
Y solo por no dejarte sin un contexto un poquito más amplio acerca de quién es Enríquez, te cuento que es una escritora argentina que publicó su primera novela a los 21 años. Estudió comunicación social y se dedicó al periodismo por mucho tiempo, especialmente al musical. Le encanta visitar panteones y contar chistes oscuros.
En la revista Anfibia se lee una breve anécdota de cuando Enríquez entrevistaba gente, en lugar de ser la entrevistada: “Cuando trabajaba en Sociedad en Página 12, le hizo una nota a un australiano que había viajado en bicicleta por África. En medio de la entrevista, el tipo se levantó y le dio un beso. Años después se casaron. Hoy viven juntos en una casa de Parque Chacabuco. Él da clases de inglés”.
Así como esta historia, la obra de Enríquez es un regalo fuera de lo común. Te invito a leerla, a unirte al club de fans conmigo y a reconocer qué parte te toca de esta noche que nos envuelve cada vez con más pesadez.