"... Somos otras y somos las mismas de siempre. Mujeres en busca de justicia. Mujeres exhaustas, y juntas. Hartas ya, pero con la paciencia que sólo marcan los siglos. Ya para siempre enrabiadas...". (Extracto de El invencible verano de Liliana).
Hay libros que nos sacuden hasta la raíz, que nos hacen replantearnos nuestra existencia y, al mismo tiempo, nos reconfortan como una conversación entre confidentes. El Invencible Verano de Liliana de Cristina Rivera Garza es uno de esos libros. Pero más que una simple obra literaria, es un grito, una memoria y, sobre todo, una reivindicación.
Este libro no solo le dio a México un Pulitzer, sino que nos brinda una historia que todas deberíamos leer, reflexionar y atesorar. Liliana es mucho más que un nombre en estas páginas. Era una mujer como cualquiera de nosotras: con sueños, deseos, miedos y, tristemente, con una historia que se vio truncada por la violencia.
A través de la voz de su hermana Cristina descubrimos su espíritu indomable y su tragedia. Este relato nos invita a pensar en nuestras propias vidas, en las de nuestras hermanas, amigas y compañeras.
El feminismo no es un concepto abstracto en este libro; es una realidad palpable. Rivera Garza no se limita a contarnos una historia, nos invita a cuestionarnos sobre el papel de la mujer en nuestra sociedad, sobre las injusticias que aún persisten y sobre la importancia de alzar la voz.
Liliana, a través de las palabras de Cristina, nos recuerda que nuestras historias importan, que nuestras vidas son valiosas y que nunca deberíamos permitir que alguien las apague.
Decir que por la historia sería quedarme corta porque también me parece maravillosa la forma que tuvo Cristina de narrarla. Mezcla lo personal con lo político, lo íntimo con lo universal, y lo hace de una manera tan cautivadora que es imposible soltar el libro. Nos lleva de la mano a través de la vida de Liliana, nos hace sentir su alegría, su dolor y su lucha. Y al final, nos deja con una reflexión poderosa: ¿qué estamos haciendo nosotras para cambiar las cosas?
Creo que Cristina pudo plasmar en las páginas de esta publicación, el amor que sentía por su hermana y eso para mí, marcó toda la diferencia. Leerlo también es un acto de amor y de respeto, pero también de resistencia. Es un recordatorio de que no estamos solas, de que nuestras historias son compartidas y de que, juntas, podemos construir un futuro donde ninguna Liliana se vea obligada a callar.
La voz de Liliana resuena en cada una de nosotras, y es nuestra responsabilidad hacer que se escuche.