Muchas mujeres no saben de la existencia del VPH hasta el momento en el que se hacen una citología cervical y les entregan una hoja con la leyenda “lesión intraepitelial de bajo grado”. En una gran parte de los casos la noticia llega de manera poco profesional y les hace sentir culpa, miedo o ambas.
En la década de 1970, Harold zur Hausen propuso que el VPH era el causante del cáncer cervical, 10 años más tarde logró probar su hipótesis. Antes de Hausen, el personal médico sostenía que el causante era otro virus llamado Herpes. Si bien, el hallazgo del doctor alemán permitió el desarrollo de vacunas contra la enfermedad, también fue causa de desolación en muchas mujeres: la enfermedad de transmisión sexual tenía el potencial de generar cáncer; inevitablemente, surgía en las pacientes el juicio moral de "si no hubieran tenido relaciones sexuales no tendrían VPH".
Con el paso del tiempo, la ciencia ha probado que prácticamente todas las personas tendrán una infección que no dará síntomas y que más del 90% se autolimita sin ninguna secuela. Nuestro objetivo como doctoras es encontrar a ese 10% de la población que desarrollará lesiones persistentes (que aún así siguen sin dar síntomas) para evitar el cáncer.
Esta falsa creencia de que el VPH afecta sólo a personas que tienen muchas parejas sexuales, también ha creado una falsa seguridad en las que tienen pocas: les ha hecho creer que no lo pueden tener y, por ende, no se revisan con el potencial riesgo de tener lesiones malignas avanzadas. Por otro lado, aquellas con muchas parejas sexuales se sienten juzgadas y maltratadas y prefieren no acudir a revisarse. Al final, el resultado es el mismo al perder la oportunidad de una detección oportuna.
Las campañas de detección de VPH suelen estar llenas de estigma y miedo, asociando el cáncer o lesiones premalignas con muerte. Siempre les digo que aquellas que presentan cáncer son quienes no acudieron a revisión y que el cáncer no es sinónimo de muerte.
Somos organismos complejos que albergan virus, uno de ellos el VPH, y que en la mayoría de los casos no nos harán daño. La medicina ha llegado tan lejos a nivel molecular para poder prevenir el cáncer gracias a las vacunas, pero suele ser insuficiente para realizar una concientización efectiva y lograr eliminar la culpa asociada a tener VPH.
En este mar de estigmas y juicios, tu enfoque debe centrarse en la aceptación de tener un virus que la mayor parte del tiempo estará inactivo en tu cuerpo. El hecho de que todas lo portemos, no significa que estemos sucias o que tengamos que cargar la culpa de poder transmitirlo. Constantemente los virus, bacterias y parásitos transitan en nuestros organismos porque es parte de la existencia, así como también lo es la Medicina que nos ayuda a tener un equilibrio gracias a las vacunas o a vigilar que las lesiones se eliminen y en el caso de no hacerlo usar técnicas quirúrgicas para hacerlo.
Que el miedo no gane. Tenemos el derecho a vivir en plenitud y libertad nuestra sexualidad; debemos fomentar la tolerancia, huir de juicios moralinos y mentirosos; asumir que todas las personas vivimos y coexistimos con el VPH, y que muchas veces las lesiones más fuertes son las guerra la ignorancia y la mediocridad de profesionales de la salud que poco tienen de profesionales.
Como siempre: ante la moralina promovamos la información, la socialización, la naturalización de las enfermedades.
Si estamos atentas, al tiro, acompañadas, arropadas y queridas, las cosas siempre, siempre, van a estar mejor.