La resistencia a la insulina es un término médico para describir que una persona necesita una mayor cantidad de insulina para mantener el azúcar en parámetros normales. Es una condición médica muy frecuente en México por la historia que tenemos, que está atravesada por la migración.
Para poder llegar a Latinoamérica nuestros antepasados tuvieron que atravesar grandes distancias sin suficientes alimentos. Esta capacidad de resistencia logró que pudieran sobrevivir y nos heredaron esta condición, sin embargo, el estilo de vida que solemos llevar (lleno de estrés, falta de sueño, sedentarismo y con una alimentación desbalanceada) pueden causar que esta ventaja biológica heredada pueda ser dañina para nuestra salud.
En primer lugar, debemos entender que esta condición médica se puede controlar, no eliminar, pues forma parte de nuestro acervo genético que se manifiesta de acuerdo al estilo de vida que tengamos, las enfermedades que poseemos y el ambiente en el que nos desarrollamos.
El hecho de que tengamos demasiada insulina en nuestro cuerpo puede causar cansancio, pérdida de cabello, dificultad para perder peso, ansiedad, depresión, cutis graso, acné, ciclos menstruales irregulares, exceso de vello corporal, el famoso “mal del puerco”, etcétera.
Hay muchas formas de diagnosticarla, la más frecuente es la glucosa y la insulina en ayuno, y hacer una fórmula matemática llamada HOMA. Los niveles mayores a 2.5 implican que nuestro cuerpo está usando demasiada insulina para mantener el azúcar normal lo que implica un riesgo de presentar diabetes en el futuro.
Debido a la enorme variabilidad de síntomas, la resistencia a la insulina puede ser diagnosticada por cualquier personal de salud. Es decir, aquella depresión o ansiedad refractaria a tratamiento puede hacer que el psiquiatra sospeche y pida estudios pertinentes, la ginecóloga puede también hacerlo si la paciente refiere ciclos irregulares, la dermatóloga lo haría si tienes acné, pérdida de cabello, cutis graso, entre otros síntomas, y el médico general lo puede diagnosticar con estudios de rutina.
El tratamiento debe ser individualizado. El cambio en el estilo de vida es básico y debe adaptarse a las necesidades de cada persona. Hacer dietas hipocalóricas o ejercicio excesivo puede ser contraproducente. Tener una dieta balanceada y hacer ejercicio regularmente sin poder manejar el estrés o tener una mala calidad o cantidad de sueño va a perpetuar esta condición médica.
Finalmente, la prevalencia de la resistencia a la insulina es tan alta que no hay suficientes endocrinólogos para tratarla. Es por eso que el tratamiento inicialmente debe ser igual para todas las personas: ejercicio introducido de forma paulatina, enseñar qué es una alimentación balanceada, procurar una buena calidad de sueño, técnicas para manejo de estrés, etcétera.
Hay muchos medicamentos y suplementos que deben tener una prescripción médica de acuerdo a las características de las personas. Están los diferentes tipo de inositoles, la berberina, los omegas, la metformina, la semaglutida, la liraglutida, las pioglitazonas y el tiempo y dosis de uso deberá normarse de acuerdo a la respuesta de cada paciente.
Como hoy es un tema de moda, se difunde información que es cierta y otra que es falsa. La base del control de la resistencia a la insulina es el estilo de vida. Desgraciadamente las condiciones de cada una de nosotras es diferente: hay quienes tienen una vida estresante, quienes no tienen tiempo de recreación y descanso o tiempo para ejercitarse, dificultad para poder llevar a cabo una dieta balanceada, etcétera.
Los cambios en el estilo de vida llevan tiempo y requieren paciencia. Si tus estudios no llegan todavía a las metas que te propones, recuerda que todas somos diferentes y que los pequeños cambios que hiciste no siempre pueden ser medibles. Hay quienes requerimos más o menos medicamentos, pero eso depende de cada persona. Abrázate en este camino, ten paciencia y constancia que con toda seguridad tu salud es mucho mejor que antes de iniciar este proceso de cambio.