Después de un largo enero, estamos a dos días de la gran y comercializada festividad del 14 de febrero, la fecha que nos pone de frente las preguntas: ¿Cómo voy a pasar ese día? ¿Es mejor preparar algo especial o pasarlo de largo?
Si bien la celebración en sí suele ser algo muy alegre o un respiro en medio de la semana laboral, en esta ocasión me gustaría que abordemos la otra mitad de este enorme corazón y eso es: la soltería.
Antes de adentrarnos a todos los hilos que componen el concepto y estado de la soltería, me parece que es importante trazar un camino que nos permita saber desde dónde se extiende y propicia el Día del Amor y la Amistad. Existen diversas fuentes al respecto y todas coinciden en que el origen es incierto.
Para este caso tomaremos en cuenta dos eventos que el historiador español J.M. Sadurní compartió en Curiosidades de la historia: en la Antigua Roma se celebraba la Lupercalia, en la cual se usaba la piel de una cabra para azotar a las mujeres con el fin de estimular su fertilidad, mientras que por el otro lado se celebraba el Juno Februata, tiempo durante el cual los varones jóvenes elegían a la mujer que sería su pareja sexual temporal con la aclaración de que “felizmente podían convertirse en matrimonios duraderos”.
Que la mujer pudiera ser quien eligiera a su pareja no era una opción y mucho menos pensarse siendo la "solterona" de su pueblo por lo que está última celebración aseguraba emparejar a la mayoría de las mujeres con algún hombre.
Ambas festividades se celebraban en el mes de febrero y fue dentro de este mismo mes, pero en el Siglo III que aparece en el mapa nuestro protagonista: San Valentín Terní, un joven sacerdote cristiano que se opuso al mandato del emperador Claudio II El Gótico con el cual había prohibido la celebración de los matrimonios pues así todos los jóvenes tendrían que enlistarse al ejército. Valentín decidió celebrar matrimonios secretos además de convertir a un gran número de romanos al cristianismo.
Fue el 14 de febrero de 269 que este joven fue lapidado y decapitado después de pasar mucho tiempo encerrado en una mazmorra. Debido a su noble labor para con la Iglesia cristiana y con los feligreses, en el año 494 el papa Gelasio I declara el 14 de febrero como el Día de San Valentín.
Recuerdo que para mí el 14 de febrero en la primaria era un día muy estresante por el intercambio “obligatorio” de dulces, chocolates o lo que las maestras hubieran acordado con nuestras mamás o papás. Siempre existía la posibilidad de no recibir nada porque a los papás se les olvidó o que, a una edad muy temprana, las niñas vivieran como competencia contar las cartitas de amor que dejaban en sus pupitres.
En la actualidad son más las mujeres que eligen la soltería cuando se trata de definir su vida amorosa, sin embargo, la festividad en sí ha permitido perpetuar ciertos estigmas sobre los mandatos sociales de lo esperado de cualquier mujer.
Si regresamos un poco a los rituales que mencioné, la idea de no ser vistas o tomadas en cuenta durante este día aún sigue siendo motivo de incomodidad social, ya que nos regresa al mito de que no tenemos lo que se necesita o que simplemente hay algo muy malo en nosotras como para no estar en pareja.
Cuando hablamos de soltería la consideramos sinónimo de soledad. Juntamos un concepto que describe nuestro estado civil, mayormente elegido por convicción propia, con una emoción que bien puede presentarse estando casadas, con pareja o en cualquier vínculo interpersonal.
Estar soltera para nada excluye a todos los vínculos afectivos y sexo-afectivos que tengamos. Ahora bien, es cierto que últimamente también se ha romantizado el concepto acompañado del refrán “mejor sola que mal acompañada”, hasta cierto punto como una forma de escudo para protegernos de la presión que ejerce el resto del mundo sobre lo que elegimos o vivimos.
Es cierto que la soltería puede ser un estado que no elegimos todo el tiempo, a veces es la última opción ante la decepción o el desánimo respecto a las relaciones con otras personas, sin embargo es aquí donde entra la soledad como el punto exacto en el que puedes verte y convivir contigo misma.
Mariana y Juanjo son los fundadores de un hermoso proyecto llamado Escuela de relaciones conscientes, Árbol Dúo. Ellos tienen una frase fantástica que acompaña a la idea de soledad: "Sólo naranjas completas tropiezan con su media naranja”. No es que conocernos e invertir en comprender nuestra personalidad tanto en soledad como relacionándonos con el mundo vaya a traernos, encontrarnos o buscarnos una mejor pareja, sino que nos permitirá reconocer si la soltería es algo que por ahora, por un tiempo indefinido o “para siempre”, es algo que va con lo que queremos más allá de los 2x1 que los medios nos ponen enfrente durante este mes.
Estar soltera no es estar incompleta o como dice ArbolDuo: solo naranjas completas encuentran su media naranja.