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No más niñita tierna: cuida tu amabilidad

No más niñita tierna-cuida tu amabilidad

 

¿Alguna vez se han sentido identificadas con la historia de Matilda? Más allá de los poderes ¿Alguna vez se han sentido identificadas con la historia de Matilda? Más allá de los poderes de telequinesis, Matilda siempre estaba rodeada de adultos que creían conocerla muy bien y con eso pensaban que estarían seguros de cómo reaccionaría todo el tiempo o, al menos, el padre de Matilda siempre se sintió muy seguro de decir que era una niña boba, retraída y “retardada”. 

¿No sería más bien que Matilda era cortés y amable a comparación de sus padres? Cuando se trata de la amabilidad creo que siempre la metemos en la categoría de un posible defecto. Recuerdo que de pequeña mi mamá me repetía que era muy noble. Secretamente me gustaba que me lo dijera aunque una estaba segura de que todo el mundo lo veía como un defecto.

La amabilidad nos recuerda que es importante movernos en el mundo mostrando empatía y generosidad “sin esperar recibir la misma a cambio”, pero no creo que podamos evitar esperar encontrarla en todas partes. 

El sábado pasado tuve una experiencia que me hizo reflexionar mucho al respecto: salí de mis sesiones en consultorio y decidí disfrutar de mi tiempo libre mientras paseaba por un bazar local. Cuando finalmente comencé a caminar rumbo a la estación más cercana del metrobús, un hombre en bicicleta se acercó a mí y me pidió que le ayudara a ubicar un parque por la zona, ya que estaba promoviendo actividades deportivas. 

Está no es la primera vez que me ocurre que alguien se acerca a pedirme que le ayude con algo, y tampoco la primera vez que me detengo a escucharles o hacer caso.

El encuentro de ese sábado resultó en Mariana corriendo detrás de una bicicleta en la que se alejaba el hombre que le había robado su celular después de no permitirle alejarse de él. 

Antes que pensar en la policía, la verdad es que busqué apoyo en los dueños de una nevería en una esquina. Ellos se encargaron de contactar a la patrulla que llegó rápido al lugar de los hechos. Una vez en el interrogatorio la primera pregunta fue: ¿Por qué le diste tu teléfono? Supongo que si un arma hubiera estado involucrada en el robo entonces esa pregunta resultaría un tanto ridícula. 

Aún hoy recorro la escena en mi cabeza y cada vez es más sencillo reconocer las señales de alerta que en su momento no vi, también pasé un buen rato agobiada pensando en lo tonta (entre otros insultos) que había sido al detenerme a ayudar al hombre.

Así como pasa con Matilda, la amabilidad a veces necesita acciones contundentes de nuestra parte para cuidarla, pero la gente aún cree equivocadamente que debemos irnos al extremo de ser groseras, agresivas incluso, y el error está ahí mismo.

La intuición es parte del autocuidado

Lo que sucedió me hizo dudar fuertemente de mí, me arrebató la paz de caminar suponiendo que conocía el rumbo y que podía dedicarle más tiempo a simplemente disfrutar el momento. 

Sin embargo, no creo que la amabilidad sea un defecto o una debilidad. Tal vez ni siquiera se trata de transformarnos para sobrevivir al mundo y las artimañas que se nos presenten, sino de aprender a conectar con la parte intuitiva de cuidado que nos pide salir de ciertas situaciones o lugares. 

Creo que es importante siempre optar por ser fieles a nosotras mismas y, en lo personal, me ayuda hacer lo siguiente: inhala despacio por la nariz con una mano sobre el pecho, exhala y siente el movimiento, después date unos minutos para contestar la pregunta ¿Esta situación, decisión, experiencia o persona me suma a sentirme en paz con ser amable?

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