La obligación no es igual a la necesidad
Cuestionemos el significado de las palabras
No siempre somos conscientes de la importancia que tienen las palabras en nuestras vidas. No solo me refiero a si decimos groserías o palabras muy rebuscadas del diccionario, sino la carga simbólica que tienen.
Tal es el caso con la obligación, que, de acuerdo con la Real Academia Española nos habla de un deber, compromiso o exigencia que una persona debe cumplir o cubrir en un sentido moral o legal.
Son muchas las personas que al hablar sobre las cosas que hacen utilizan: “debo” o “tengo”. De acuerdo con otro sitio de internet, significa “imposición o exigencia moral que debe regir la voluntad libre”, lo que me hizo pensar que hay muchas ocasiones en las que dedicamos parte de nuestra vida a cumplir con ciertas imposiciones con tal naturalidad que las creemos que son necesidades que vamos a cubrir por nuestro bienestar.
¿Cómo se refleja el peso de la palabra obligación en nuestras vidas?
Te quiero poner el ejemplo de un caso en el que llega una persona que decide acompañar y apoyar a una amiga en su proceso de denuncia por acoso laboral. Muy pronto esta persona se da cuenta de que su amiga está pasando por más situaciones que la sobrepasan. Su amiga ha decidido distanciarse de todo. Esa fue la manera en la que eligió manejar sus sentires y pensares.
Sin embargo, quien se propuso acompañarla y apoyarla se descubre obligada a seguir: “Es que yo dije que la acompañaría y apoyaría, así que debo hacerlo en todos los sentidos y con todo lo que se presente”.
Es así que la obligación es una palabra que se ha cargado de la idea de que las acciones que llevemos a cabo son totalitarias, no hay puntos medios.
Sé muy bien que el tema de dar y recibir nos lo han enseñado con la intención de mostrarnos como personas buenas o malas, a pesar de que “ser buenas” implique muchas veces aprender a hacer desde la obligación sin poner atención o cuidado a nuestras necesidades.
Es un hecho que nunca dejaremos de apoyar o acompañar a quienes amamos y nos importan, pero hay que recordar que no hay obligación con la otra persona, no es necesario ser la mejor o la más buena.
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