10 años de Ayotzinapa: ¿Por qué al feminismo le incumbe el caso?
Pensar que en el feminismo no cabe la lucha por los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa simplemente porque las víctimas directas son hombres, no solo es absurdo, es inhumano.
Hay que partir de que el feminismo no está en contra de los hombres, ni busca excluirlos del mundo, sino que les invita a cuestionar el patriarcado y a dejar de ser partícipes de él.
El patriarcado como “una estructura política piramidal de dominación y subordinación, estratificada por género, raza, clase, taxonomías religiosas y culturales y otras formas históricas de dominación”, descrito así por la teóloga feminista Elisabeth Schüssler Fiorenza, nos afecta a todas las personas, pero es cierto que más a las mujeres, al colocarnos en una posición de sumisión.
¿Entonces por qué preocuparnos, como mujeres, por las violencias ejercidas entre hombres?
Porque en la lucha contra ese sistema patriarcal se aspira a que todas las personas, sin importar el género, podamos vivir en un orden político, económico y social, equitativo, justo y libre de violencia. Y el caso Ayotzinapa claramente no es ejemplo de ello; se suscitó entre desiguales, unos con más poder que otros por estar armados y/o representar al Estado Mexicano.
No están solas ni solos
No debería hacer falta ser madre o padre de alguno de los 43 normalistas desaparecidos el 26 de septiembre de 2014 o ser familiar de alguna de las más de 100 mil personas desaparecidas o no localizadas en nuestro país, para empatizar con su dolor y unirnos a la exigencia de justicia.
Por eso es que su lucha también es nuestra, esa que está en contra de la crisis de desaparición que atraviesa a toda la población. El caso de Ayotzinapa, por ejemplo, no solo ha sido indignante para quienes habitan Iguala o Guerrero, también para el resto de México y el mundo.
Coarta libertades
Los estereotipos de género impuestos a las mujeres nos ha obligado, históricamente, a permanecer en el espacio privado, y en esa batalla por apropiarnos de espacios públicos se ha conseguido que muchas mujeres se preparen para ser maestras normalistas. Después del crimen de Estado cometido en Ayotzinapa, ¿cuántas habrán abandonado esa idea?
Por su parte, Cristina Bautista, madre de Benjamin, uno de los estudiantes desaparecidos hace 10 años, quisiera irse a trabajar a Estados Unidos para arreglar su casa, pero ese y otros planes los abandonó para buscar a su hijo, tarea que debe compaginar con quehaceres domésticos y de cuidado, y con ser comerciante, lo que implica múltiples esfuerzos y un exceso de carga laboral.
Es el colmo que el día que se cumplen 10 años de que 43 normalistas de Ayotzinapa fueron desaparecidos, esté a punto de aprobarse la reforma a la Guardia Nacional que oficializa la militarización de la seguridad pública de México.
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