Decidí no ser madre y también soy feliz
¿Para cuándo los hijos? ¡Apúrate porque se te va a pasar el tren! Acuérdate que tenemos reloj biológico… estas y otras frases del tipo las escuché frecuentemente cuando cumplí 29 años de edad. En ese momento me sentía presionada porque yo misma me había puesto el límite de los 30 para ser madre.
Con el paso del tiempo empecé a dudar si realmente quería serlo. ¿Cuál es la razón por la que quieres ser mamá? No quiero estar sola, me respondí. ¡Puf! Verbalizarlo me hizo darme cuenta de que sería la peor decisión. ¿Traer al mundo a una criatura solo para sentirme acompañada? Claramente debía trabajar en mí.
Pero aquí quiero dar un paso atrás… ¿por qué no me cuestioné desde mucho antes si quería ser madre o no? ¿Por qué asumí que debía serlo y me propuse buscar las razones “adecuadas” para justificar mi decisión de maternar? Analizar mi entorno me hizo comprenderlo…
Cuando somos niñas ni siquiera entendemos cómo llegan los bebés a este mundo, ni lo que implica, pero ya estamos cargando nenucos y pidiéndole a los Reyes Magos que nos traigan la Barbie embarazada y a Kelly, la hija de Barbie y Ken. ¿Pooor? Porque la sociedad nos demanda ser madres por el simple hecho de ser mujeres.
¿Jugar a las luchitas o con carritos? Nunca, “eso es de niños”, nos señalan. Las caricaturas, las películas de Disney, la escuela y hasta en la familia nos han implantado la idea de que nuestra misión más importante es encontrar a nuestro príncipe azul y formar una familia heteronormada, o sea papá, mamá e hijos. ¿Acaso no existen las familias sin maternidad?
Recuerdo que en la secundaria rolaban los chismógrafos con la pregunta obligada ¿a qué edad quieres tener a tu primer hijo? Y algunas más autoritarias cuestionaban ¿a qué edad quieres tener a tu segundo hijo? ¿Por qué no primero nos cuestionamos si teníamos el deseo de ser madres o no?
Con o sin descendencia se puede ser dichosa
Hace poco entrevisté a Irán Sosa de Nunca Madres, y recalcaba cómo en la publicidad siempre se muestra a las mujeres mayores de 30 años como madres felices. Pero aceptémoslo, no todas las mamás son felices con su decisión, ni todas las mujeres que no son madres se sienten infelices. ¡Y no todas las mujeres con más de 30 años son madres ni quieren serlo!
Yo no soy madre. Formo parte del tan solo 28 % de las mujeres que trabajan en México y que no son mamás. Hasta hace cuatro años decidí que jamás quiero serlo porque tener hijos o hijas es muy caro; no solo económicamente, también emocionalmente. Desde que nacen, no puedes dejar de pensar en su bienestar y felicidad, y sé que no podría tener a mi criatura en una burbuja blindada contra la violencia del mundo. Además, una misma se deja en segundo término, y tu tiempo deja de ser tuyo.
Sé que hay personas que creen que si piensas en todo lo que implica, jamás querrás ser mamá, pero no lo creo. Hay muchas personas que sí estuvieron o están dispuestas a vivir lo que les implique, incluso si tienen que escoger entre su carrera profesional y su maternidad, y está bien. Considero que no hay nada mejor que tomar una decisión tan importante bien informada y pensada, porque sí, la maternidad debería ser deseada, si no mejor que no sea.
En mi caso, me siento tranquila y feliz de destinar mi tiempo a mi desarrollo personal y profesional, a compartir tiempo con mis amigas y a priorizar gastos en viajes y experiencias. Sí, ya sé que eso también puedes hacerlo si eres madre, pero quizá en menor cantidad. Y bueno, más que eso, simplemente yo no tengo ganas de criar.
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