¿Dónde está Ana Mendieta?
El cuerpo del arte de la tierra
Mi arte es la forma de restablecer los vínculos que me unen al universo.
Ana Mendieta
Ana Mendieta fue una artista cubana que a través de la foto, el video, el performance y la escultura cimbró la historia del arte contemporáneo con una propuesta que oscilaba entre la denuncia, lo salvaje y la belleza en toda su multiplicidad.
Nació en La Habana, en una familia de clase media. Con la llegada de la revolución de Fidel Castro, Ana y su hermana fueron enviadas a Estados Unidos mediante un programa secreto llamado Peter Pan, que sacó a miles de niños cubanos del país.
Instaladas en Iowa, Ana (de 12 años) y Raquelín (de 14) iniciaron una vida lejos de su familia y de todo lo que conocían hasta ese entonces, en un país con un idioma y un flujo de existencia radicalmente distinto al que estaban acostumbradas.
Fue así como la artista comenzó sus travesías por Nepantla, ese territorio entre fronteras donde nadie tiene un lugar. Con la identidad fracturada y un montón de dudas acerca de sus raíces, Mendieta entró a la Universidad de Iowa donde se refugió en la pintura y posteriormente en el performance, inspirada por la tutela de Hans Breder.
Con una mirada feminista, las preguntas de Ana, sus rupturas emocionales y su búsqueda constante por un lugar en el mundo se ven reflejadas en una obra feroz que trasgredió muchos de los limites morales y políticos de su época.
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Una de sus obras más conocidas es un performance que llevó a cabo en 1973, cuando se enteró de la violación y el asesinato de una compañera de universidad. Para denunciar la indiferencia ante lo brutal de este acto, llevó a cabo Escena de violación.
En ella la artista se cubrió de sangre, se ató a una mesa, destruyó su departamento y abrió las puertas para que las personas entrarán a observar los escombros de una mujer, un espacio y un territorio íntimo después de un ataque sexual. Su indignación ante un mundo violento, su creatividad y su poco arraigo a las normas artísticas generaron una de las piezas más icónicas en la historia de esta in-disciplina.
Generalmente su obra desbordaba los formatos tradicionales y se convertía en carne, se volvía un cuerpo relacionado con elementos de la naturaleza como el fuego, el aire o el agua. Además, Mendieta fusionaba su discurso con los rituales de santería experimentados en Cuba, su país natal.
Ella misma señalaba a su arte como “Earth/Body”, una amalgama entre la carne y la naturaleza; entre el grito y el aire que lo contiene.
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Mendieta entendía al cuerpo como una huella que se graba en las personas, en los lugares, en la rabia misma. Para explorar las profundidades del cuerpo-huella, realizó una colección de al menos 200 piezas llamada “Siluetas”. En ella realizó diversas esculturas generadas con flores, fuego y lodo. Posteriormente las capturó en fotografías que ahondan en temas como la muerte, la ausencia, la sexualidad y la misma creación.
Sobre estas piezas, Mendieta dijo: “Es una forma de reclamar mis raíces y volverme una con la naturaleza. Aunque la cultura en la que vivo es parte de mí, mis raíces y mi identidad cultural son resultado de mi herencia cubana”.
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Cuerpo flor. Cuerpo lumbre. Cuerpo grieta. Cuerpo roca. Cuerpo Ana. Cuerpo Tierra. Cuerpo cráter. Cuerpo Mendieta. Cuerpo herida cuerpo hierba cuerpo cuerpo.
La obra de Mendieta es una pregunta constante por las honduras y los pliegues corporales. En sus piezas nacen cuestionamientos como los que Spinoza y Gilles Lipovetsky se hicieron alguna vez: ¿Qué puede un cuerpo? ¿Cuáles son los límites del cuerpo?
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Mendieta se mudó a Nueva York, donde conoció a Carl Andre, un poeta y escultor estadounidense de quien se enamoró. Se casaron y se fueron a vivir juntos en lo que marcaría el punto final en la vida de Ana. Tan solo unos meses después de la boda, Mendieta cayó “extrañamente” por la ventana de su apartamento.
Testigos señalaron que habían escuchado gritos. Un forcejeo. Una pelea. Luego una mujer que caía.
Andre fue acusado de homicidio pero lo exoneraron por falta de evidencia. La muerte de Mendieta fue “suicidio”, según las autoridades de ese momento. Nosotras sabemos que las mujeres, en medio de relaciones con hombres violentos, nos "suicidiamos" de formas extravagantes. Nos amarramos a las camas y rasgamos nuestras gargantas. Nos ahorcamos con los cables de los teléfonos. Nos rompemos las extremidades. Nos lanzamos por la ventana tras forcejear con ellos. Tenemos formas inusuales de desaparecer. Los titulares de los periódicos son anuncios atroces de lo que nuestras vidas significan para el mundo. Y Ana lo sabía. Ella empleó su cuerpo entero para denunciarlo.
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Aunque el poder artístico de Mendieta no fue reconocido mientras estaba viva, actualmente sus piezas son fuente de inspiración para la literatura, la pintura, la fotografía, la instalación, el performance, la escultura…
El nombre de Ana Mendieta es gritado todavía por grupos feministas que asisten a las exposiciones de Carl Andre para cuestionarle: ¿Where is Ana Mendieta?
Una pregunta que nos hacemos con toda la rabia que ella nos enseñó a habitar. Una pregunta que a veces nos respondemos en voz bajita cuando miramos su obra, cuando las raíces de un árbol lo rompen todo, y con ese acto también nos salvan.
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