Recuerdo que siempre que regresaba a casa de la secundaria y la preparatoria llegaba directamente a tener una siesta en donde encontrara lugar. Una vez que entré a la universidad cambié el cómodo sillón de la casa de mis abuelitos por el muy funcional asiento del camión. Podría decir que mis mejores momentos de “sueño reparador” fueron en esos espacios; sin embargo una persona que se queda dormida o “duerme mucho” suele verse como alguien floja, apática, poco productiva o incluso hasta enferma y con falta de vitaminas.
En 2012, los neuropsicólogos Lockley y Foster descubrieron que, en la entonces actualidad, dormir era visto como una actividad en la que simplemente suspendemos todo: “un estado de inconsciencia pasiva, por lo que esta idea ha provocado que nuestra sociedad de 24/7 tiene tan poco cuidado con sus hábitos de descanso y sueño”. Y es que en nuestras vidas ya tenemos muy arraigado el concepto de ser productivas que la simple idea de dormir parece ser más como una obligación rutinaria que lo que realmente es: una necesidad fundamental del cuerpo de cualquier mamífero y por lo tanto, de cualquier ser humano.
Cuando dormimos bien nuestro cerebro activa su modo recuperación, toda la información recibida y procesada durante el día se acomoda entre lo que se queda en la memoria de largo plazo y lo que debe ser desechado.
Nuestras neuronas obtienen su merecido descanso por lo que no producimos la hormona del estrés (cortisol), de hecho nuestros músculos entran en un estado de “parálisis” en la que se libera presión y se ralentiza nuestro ritmo cardiaco.
A nivel físico se ha comprobado que las personas con trastornos del sueño pueden tener mayores probabilidades de padecer enfermedades severas como el cáncer, diabetes e incluso ataques al corazón y parálisis cerebral.
En cuanto a la parte mental, las personas con insomnio, apnea del sueño o privación del sueño tienen mayor tendencia a desencadenar depresión, cambios de ánimo, así como la hipersomnia (somnolencia excesiva, es decir, cuando todo el tiempo tienes sueño y cansancio) en el caso exclusivo de las mujeres.
Para dormir bien debemos empezar por revisar nuestros hábitos, así como rituales previos a acostarnos en nuestra cama: ¿Qué tan pesada es nuestra cena? ¿Cuánto tiempo usamos el celular, tablet o laptop antes de acostarnos o incluso mientras estamos en la cama?
Es importante que visites a especialistas del sueño si es que tienes más de cuatro días a la semana despertando con dolores de cabeza o sintiendo mucho cansancio. En Ciudad de México puedes acudir a la Clínica de Trastornos del Sueño de la UNAM, Instituto Mexicano de Medicina Integral del Sueño o a la Unidad de Trastornos del Movimiento y Sueño.