Por: Flor Aydeé Rodríguez Campos
Este 11 de febrero conmemoramos el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con el fin de promover el acceso y la participación plena y equitativa en este ámbito para mujeres y niñas. Es un hecho que estamos viviendo una revolución tecnológica y de la mano de esta revolución se ha hecho evidente la brecha de desigualdad respecto al acceso a la tecnología para las niñas y las mujeres, no solo en nuestro país sino en el mundo.
El principal obstáculo en las carreras STEM (aquellas relacionadas a la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) son los roles y estereotipos de género con los que hemos sido educadas las sociedades, pues a pesar de que los campos STEM se consideran fundamentales para el crecimiento de las economías, hasta ahora la mayoría de los países sin importar su nivel de desarrollo, no han logrado la igualdad de género en este ámbito.
Las profesiones y las carreras no tienen género; sin embargo los roles y estereotipos nos han hecho creer por siglos que las mujeres y la ciencia no somos buena combinación o no nos llevamos nada bien y además estos afectan la educación de las mujeres, las niñas y las adolescentes, y limitan las disciplinas que estudian. Las construcciones sociales son reproducidas en la escuela, la familia y sobre todo en los medios de comunicación.
Nuestro deber ante esta problemática es no reproducir ni fomentar los roles y estereotipos de género que han mantenido a las mujeres únicamente a los espacios privados y han reservado el espacio público para los hombres, con la idea de que nosotras solo debemos maternar y cuidar.
De acuerdo con datos de Unicef México, solo tres de cada 10 profesionales en las áreas STEM son mujeres, ante estas cifras solo podemos decir que las brechas de desigualdad siguen latentes, necesitamos programas tanto de la iniciativa privada como de las instituciones gubernamentales que incentiven a las niñas a perder el miedo a la ciencia y que proporcionen las herramientas necesarias para que desarrollen las habilidades necesarias que acorten las brechas.
Invertir en tecnología y ciencia desarrollada por mujeres es una de las prácticas que pondrían a las profesionales en estos ámbitos en menor desventaja frente a la industria que ha promovido que el trabajo que realizan ellas es más barato y menos rentable.
Es cuestión de mirar a aquellas mujeres que a lo largo de la historia han roto con esos techos, no de cristal sino de concreto y que incluso han revolucionado al mundo como Marie Curie, la madre de la física moderna y la primera persona en recibir dos Premios Nobel en distintas especialidades, además de ser la primera mujer en enseñar en la Sorbona de París.
Ada Lovelace, quien es considerada la primera programadora de la historia porque escribió el primer algoritmo destinado a ser procesado por un ordenador. Maria Mitchell fue la primera mujer en descubrir un cometa; Miss Mitchell fue la primera mujer miembro de la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias y la primera profesora de astronomía en Estados Unidos; Grace Hopper, “la madre de la programación informática”, creó el Lenguaje Común Orientado a Negocios (COBOL), el cual fue el primer lenguaje complejo de ordenador y desarrolló el primer compilador para procesamiento de datos.
A ellas se suman todas aquellas mujeres que hoy se encuentran desarrollando ciencia o tecnología o aprendiendo en las aulas. En los últimos días ha sido noticia Eva Ramón Gallegos, científica mexicana que encontró la cura para el VPH a través de la terapia fotodinámica. Así que si tú eres una niña o una mujer interesada en la ingeniería, la ciencia, la tecnología o las matemáticas, recuerda que todas ellas rompieron con lo establecido para que hoy tú lo logres.
Flor Aydeé Rodríguez Campos es abogada y activista por los derechos de las mujeres.