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No necesito “estar lista” para hablar

Escrito por Mariana Navarro | 20 mayo 2024

 

Aprendamos a escuchar nuestro termómetro interno

Si hay algo que amo de las sesiones de terapia es que siempre aprendo y llego a nuevas reflexiones en conjunto con las personas que me permiten acompañar sus procesos. Esta semana no fue la excepción. Hubo un momento durante la hora de trabajo que la persona me decía: “Creo que tarde mucho en contarlo a pesar de que era algo que siempre había querido compartir”.

A raíz de este comentario pensé en esa pregunta que alguna vez en nuestra vida nos ha tocado escuchar “¿Por qué no lo habías dicho antes?”. Este cuestionamiento surge más veces de lo que quisiéramos, sobre todo en situaciones donde la persona ha sufrido algún tipo de abuso o violencia tanto sistemática como de manera única. En estos casos es donde más se refuerza la actitud de invalidar lo que se ha experimentado porque “se tardó demasiado en contarlo”.

Ante esto hemos aprendido a dar la siguiente respuesta: “No estaba lista. La verdad es que no hay parámetros fijos o realistas para estimar cuándo se está lista o no al tratar de expresar emociones, memorias y perspectivas de la vida. Tal vez lo que pasa es que poder hablar de algo requiere muchos más elementos para finalmente expresarnos. 

Por un lado, nos enfrentamos a la prisa, a los tiempos que ya tenemos aprendidos como válidos para hablar. De ahí que muchas veces se sienta el impulso por resolver de inmediato y aunque puede haber situaciones que nos empujan a hablar, parece que seguimos con la mentalidad de los extremos determinantes. 

Me refiero a que no vemos el dar marcha atrás como una opción. Además, a veces sucede que no todos los espacios pueden ser seguros para expresarnos, por lo que muchas veces se opta por guardar silencio. 

Entonces, no es que necesitemos “estar listas” para hablar, tampoco necesitamos hacerlo dentro de un tiempo “válido”, lo que muchas veces se ocupa es escuchar nuestro termómetro interno, darnos el espacio para incumplir con las expectativas de cómo y cuándo debería ser, y conectar con la forma en la que nos sentimos en ese preciso momento para poder identificar la tranquilidad que nos permita expresarnos.