El feminismo ha existido antes de su primer antecedente histórico marcado con la Ilustración y la Revolución en Francia del siglo XVIII y es que, las mujeres del siglo XIII ya planteaban la posibilidad de crear espacios exclusivamente para ellas, como fue el caso de Guillermine de Bohemia y su intento por una iglesia para mujeres. Incluso podríamos considerar que hasta aquellas mujeres de la época medieval que eran quemadas por brujas ya estaban cimentando algunas bases del feminismo.
En el caso de México, podemos remontarnos a 1910, tiempo durante el cual mujeres en Yucatán comenzaban a crear clubes y congresos en los que se discutía y planteaba el reconocimiento de derechos fundamentales para todas las mujeres del país, tales como los derechos reproductivos, sexuales, educativos y sobre su papel como ciudadanas mexicanas. Realmente fue hasta la tercera ola feminista (1960-1980) que se comenzó la legislación oficial de los derechos reproductivos así como el reconocimiento de las desigualdades profesionales.
El feminismo tuvo un efecto de onda de agua que afortunadamente se propagó a todas las esferas posibles de la vida, entre ellas el área de atención psicológica donde las desigualdades de género eran tangibles en cada enfoque y escuela de la época.
Fue en 1970 que se creó la Asociación de Mujeres en Psicología (AWP por sus siglas en inglés), la cual comenzó con investigaciones enfocadas a esclarecer los retos psicosociales así como las situaciones injustas, desgarradoras y confusas a las que se enfrenta cualquier mujer. Para la siguiente década ya era posible encontrar teorías feministas que aportaron los conceptos clave de la que se conoce como metodología de la terapia feminista.
Lo anterior representó un paso enorme hacía un reconocimiento forzoso de las mujeres que siempre estuvieron tras bambalinas aportando continuamente a todas las teorías psicológicas que solo eran reconocidas por el nombre del hombre que las presentaba ante instituciones enormes como la American Psychological Association (APA).
Con mano firme y valiente, psicólogas como Virginia Satir, (pionera de las teorías sobre la Terapia Familiar), Mary Ainsworth (pionera en el estudio del apego y la Teoría del Apego) y Laura Posner-Perls (cofundadora de los principios de la Terapia Gestalt, aunque si buscan la información aparecerá que su esposo llegó a las mismas conclusiones que ella junto a su colaborador varón Goldman, mientras Laura solo mantuvo en funcionamiento la primera institución de Terapia Gestalt), plantearon la importancia de considerar las diferentes esferas de interacción individual y social que las mujeres tenían y evidenciar así muchas conductas que eran catalogadas como “normales” por parte de los psicólogos varones.
Ahora bien, así como puedes encontrar diferentes enfoques psicológicos que usan sus teorías para plantear formas en las cuales tratar diversos temas, la terapia feminista también se define por cuatro escuelas principales que son:
La terapia no es automáticamente feminista porque tu terapeuta sea mujer. No nos movemos desde los radicalismos, la terapia feminista es porque la terapeuta ha estudiado e integrado a su vida y a su práctica profesional las herramientas que propone el posicionamiento feminista.
Retomamos las palabras de Alejandra Kollontai, política y feminista marxista, cuando declaraba que “lo personal es político” nos permite recordar ir más allá del diagnóstico clínico como medida de control a través de la señalación y la etiqueta. Es así que en el espacio terapéutico feminista acompañamos a las mujeres a resignificar, validar y deconstruir los efectos del patriarcado sobre sus vidas.
Si decides iniciar un proceso terapéutico feminista seguramente se hará la invitación a que cuestionemos juntas las creencias “normalizadas” sobre nuestros deberes, poderes, capacidades y posibilidades como mujer. El acompañamiento también te guiará en el redescubrimiento de tu capacidad de agencia, a cómo vivir sin caer constantemente en la revictimización y cómo retomar el lugar que deseas en la sociedad y en cada esfera en la que te desenvuelven.