¿Eres usuaria mensual de óvulos vaginales? ¿Has probado remedios naturales como ajo, vinagre y kefir para mitigar molestias vaginales recurrentes? ¿Has usado óvulos con metronidazol, ketoconazol, ácido bórico, lactobacilos vaginales, clindamicina, lidocaína sin mejoría a largo plazo? Este texto puede resolver tu problema.
La vaginosis citolítica fue descrita por primera vez en 1894. Lo alarmante es que 131 años después de saber de su existencia, la gran mayoría del personal de salud no sabe de ella (ni diagnóstico ni tratamiento). Los estudios adecuados para valorar su manejo son escasos y gran parte de su abordaje se basa en experiencia personal más que en evidencia científica.
Recuerdo la primera vez que traté una vaginosis citolítica. Era una mujer que rondaba los 20 años y que traía anotado en un papel todos los medicamentos que había tomado desde hacía tres años. Además, tenía una especie de diario en el que ponía qué cosas habían pasado (estrés, diferentes tipos de alimentación, viajes, ejercicio y enfermedades) que estaban relacionadas con el empeoramiento de los síntomas.
Su cara era de completa desesperación y enojo. En su última valoración le habían recomendado ir al psiquiatra. Todos los cultivos y la PCR para infecciones de transmisión sexual eran negativos por lo que erróneamente se concluyó que era ansiedad. Por supuesto que no descarto que la tuviera, llevaba años con flujo vaginal, comezón, síntomas urinarios, enrojecimiento y no había una solución definitiva.
La incidencia global de la vaginosis citolítica se calcula entre 1.8 y 26.3 %. Este amplio rango nos da una idea de la poca investigación que suele haber respecto a este padecimiento. Básicamente lo que sucede es que crecen demasiados lactobacillos que provocan que el pH sea demasiado ácido y desencadene todos los síntomas.
La sintomatología descrita es flujo blanco, enrojecimiento de la vulva, comezón, dolor al tener relaciones sexuales y ardor al orinar. Se confunde frecuentemente con candidiasis, lo que provoca que se usen de forma crónica antimicóticos que solo alteran la flora vaginal que de por sí ya tiene cambios.
Los lactobacillos son bacilos grampositivos que, en cantidades fisiológicas, producen peróxido de hidrógeno para lograr un pH vaginal óptimo de 4.0 a 4.5 y minimizar el crecimiento excesivo de escherichia coli, cándida y gardnerella vaginalis
Los componentes normales de la flora vaginal varían de una mujer a otra y cambian en respuesta al ciclo menstrual, enfermedades, uso de antibióticos y anticonceptivos, cambios hormonales y traumatismos.
Las pacientes con vaginosis citolítica tienen un pH vaginal de 3.5 a 4.5, y la vulva puede tener un aspecto levemente edematoso con enrojecimiento, y una vez descartado cualquier infección vaginal (incluyendo las de transmisión sexual) se recomienda un tratamiento para reducir el número de lactobacillos y restaurar un pH adecuado.
Básicamente es de las pocas patologías que son manejadas con éxito, como primera línea, usando un tratamiento natural: el bicarbonato. Al hacer duchas vaginales y vulvares con bicarbonato disuelto en agua, se contrarresta la acidez causada por el exceso de lactobacillos y los síntomas remiten.
Es importante destacar que la vaginosis citolítica no tiene una causa definida, por lo que es probable que los síntomas vuelvan y tengamos que repetir el tratamiento. Incluso la segunda línea de manejo son antibióticos como ácido clavulánico con amoxicilina o doxiciclina.
Quiero explicar que la salud vaginal/vulvar, al igual que otras áreas de la ginecología, presenta un retraso significativo en comparación con otras enfermedades. Se suelen minimizar los síntomas de las mujeres y hay una creencia popular que las molestias vaginales se asocian a “promiscuidad” o a mala higiene. Parecen patologías sencillas de tratar con óvulos y todo esto ayuda a que el personal médico desconozca esta patología.
Es importante validar los síntomas de la paciente para poder dar una atención integral y efectiva. De pronto veo a muchas doctoras que desaprueban el uso de medicamentos naturales, aunque no por ello innocuos. Recuerden que toda planta tiene una sustancia activa capaz de alterar la salud), sin pensar en lo que ha atravesado esa paciente para decidir probar todo tipo de remedios.