El cine de Suzan Pitt y sus claves para mirar lo inconsciente
A veces no hace falta entender nada
"Explicar con palabras de este mundo, que partió de mí un barco llevándome", es la frase que sonaba en mi cabeza mientras veía los cortometrajes de Suzan Pitt. Hoy descubrí que MUBI subió una selección de su trabajo; puse uno de los cortos y no me detuve hasta que terminé de ver las 7 obras disponibles: Pinball, Jefferson Circus Songs, Crocus, Visitation, El Doctor, Joy Street y Asparagus.
Entrar a su universo es abrir la puerta de lo inconsciente. Acceder a un lugar de bruma donde todo es posible. Su mundo psicodélico tiene la capacidad de incomodar, de asombrar y conmover en un mismo golpe. Al evocar la obra de Suzan, pienso en los colores neón en pantalla, las formas caóticas, las reflexiones acerca de existir en un vacío infinito, y oigo una voz que habla de sombras, de palabras que alguna vez fueron posibles pero ahora se traducen en un grito, en una canción que pareciera no tener sentido.
Esa es otra característica de su trabajo: la ruptura del sentido. Sus obras se mueven bajo una racionalidad propia, obedecen a un tiempo distinto donde lo lineal no existe. Mis dos cortometrajes favoritos fueron Joy Street y El Doctor. Ahora te cuento por qué.
Joy Street
Es uno de los cortos más desgarradores y bellos que he visto. Cuenta la historia de una mujer que decide suicidarse y de un muñeco bailarín que toma vida. Las escenas transitan entre la melancolía y la ingenuidad del muñequito que despierta para asombrarse con todo lo que ve. Finalmente, la protagonista accede a una segunda oportunidad, a la posibilidad de reiniciar. Todo esto se cuenta con animaciones que te vuelan la cabeza. Esta obra es un reto a la mirada.
En clave musical, diré que la pieza inicia con Please, Please, Please Let Me Get What I Want, de The Smiths, y termina con Take on me, de A-ha. ¿Sabes lo que trato de explicarte? que Joy Street te rompe primero, hondo, para luego decirte que aunque no lo parezca, aunque estés hasta el fondo, hay algo de lo cual agarrarte: un ave, el agua, el ruido afuera de tu ventana. Una canción.
El Doctor
Este cortometraje también habla sobre la alternativa de vivir más allá del dolor. Es el relato de un médico alcohólico y deprimido que tiene una revelación mística y, de pronto, es capaz de ver milagros y entender al mundo fuera del raciocinio científico. Por primera vez en su vida, cree. Mira el sufrimiento de los otros y el suyo mismo. Se enfrenta con su propia capacidad para transformar su situación de miseria.
Esta historia se desarrolla en un hospital donde una madre tiene 100 hijos extravagantes, donde una mujer caballo lo invita a sumergirse en su erotismo, donde le crecen plantas al cuerpo de una niña enferma y la santa de los hoyos se hace presente para acompañar a todos los seres desvalidos, para enseñarles a asomarse en sus dislocaciones y en el sufrimiento.
“Hay quienes piensan que esta Tierra es una estrella oscura, presidida por dioses menores. Pero en este momento, mi corazón, recién encontrado, ilumina el universo”, dice el doctor. Y con ello te muestra a un personaje que encontró entre sus migajas un espacio para la vida.
Si este corto fuera una canción, sería Las simples cosas, en voz de Chavela Vargas.
Preguntas y más preguntas
Los demás cortos también son la entrada a un lugar oscuro y caótico donde la autora se sigue preguntando por la vida, la identidad, la sexualidad y la muerte de la razón como único camino posible. La animadora y pintora propone otras formas de existir, de experimentar el cuerpo, de creer en fantasmas y adentrarse en lo profundo del inconsciente, en la capacidad de la máscara para mostrar una verdad profunda mediante la ficción.
El cine de Suzan Pitt es un espejo, un camino para soltar las expectativas del consciente y apostar por lo irreal, animal y simbólico que nos habita. Creo que su trabajo se pregunta lo mismo que Mary Oliver: "Dime, ¿qué piensas hacer con tu única, salvaje, preciosa vida?".
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