Las mujeres siempre han cuidado de mí
Urge redistribuir los trabajos de cuidado
Hablar de cuidados es uno de esos temas que nos atraviesan a millones de mujeres. Solo pensemos en ¿quiénes se han hecho cargo de nosotras a lo largo de nuestra vida? Empiezo yo: Mi madre, mis hermanas, mi abuela, mis tías, mi tía abuela, María, Tere y Crucita. Mujeres.
Y hay quienes podrían pensar, ¿y, cuál es el problema? Que la excesiva carga de trabajo no remunerado nos ha impedido tener tiempo suficiente para otras actividades como descansar, estudiar, salir con las amigas, asistir a eventos culturales, actualizarnos en nuestra área laboral, etc.
Lo anterior provoca que además de sentirnos estresadas por no tener tiempo para todo, nos desarrollemos en desigualdad: ganamos menos, nos exponemos a dobles o triples jornadas laborales (no todas remuneradas), nos vemos orilladas a tener un trabajo parcial e informal y nos impide la movilidad social (cambiar nuestro estatus económico).
Por ejemplo, mientras yo dormía de niña, mi madre (enfermera pediatra) recorría cuneros con su uniforme blanco perfectamente planchado en el turno nocturno de un hospital del ISSSTE. Y por las mañanas se dedicaba al trabajo doméstico. Todas sus actividades estereotipadas para las mujeres porque “somos expertas” en cuidados y “nacimos” para eso.
¡Obvio (ahora lo sabemos) no nacimos para eso! El sistema es el que ha impuesto que nosotras seamos las encargadas de los trabajos de cuidado para que los hombres puedan salir a trabajar. Y con esa imposición ¿cómo no nos íbamos a hacer expertas?, si es de las primeras tareas que nos exigen en casa desproporcionadamente con respecto a los hombres.
Cuando visitábamos a mi familia materna, mi abuela y mis tías eran las encargadas de hacer la comida, servir o limpiar. Una dinámica que no ha cambiado mucho, y que ahora involucra a las nueras.
Cada que mi padre viajaba por trabajo y coincidía con los días que mi madre también lo hacía, mis hermanas mayores (de solo 12 y 13 años en su momento) cuidaban de mi hermano y de mi. A esa edad ya sabían hacer de comer, lavar y limpiar la casa.
También recuerdo que en algún momento mi madre tuvo la oportunidad de contratar a María, una mujer de 50 años que se encargaba de hacer la comida y cuidar de mis hermanas y de mi. Y a Tere, una madre soltera que planchaba la ropa de toda la familia. Y, otra vez, los trabajos de cuidado recayendo en las mujeres.
Actualmente, mi papá y mis sobrinos se han involucrado un poco más, pero el mayor peso lo siguen llevando las mujeres de la casa; un reflejo de un estudio de la organización Centro de Estudios Espinosa Yglesias, en el que señalan que el 75% del trabajo de cuidados no remunerado en México es realizado por mujeres.
Mientras los hombres dedican 15.2 horas a la semana a realizar labores no remuneradas, las mujeres destinan 39.7, ¡casi tres veces más!, según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, del INEGI, de 2019.
Por eso la importancia de hacer un llamado, y las invito a hacerlo también, a que el Senado de la República descongele la votación sobre el Sistema Nacional de Cuidados para que el Estado reconozca el derecho al cuidado digno y promueva la corresponsabilidad entre mujeres y hombres. Recordemos que a las mujeres no nos ayudan, los trabajos de cuidado también son obligación de los hombres.
* Otra reflexión en el marco del Día Internacional de la Mujer: ¿Por qué nos tendría que importar a todas el 8M?
Porque no todas las mujeres gozamos de los mismos derechos, incluso entre nosotras hay desigualdades. A todas nos pueden discriminar por el hecho de ser mujeres pero algunas podemos sufrir otras opresiones por el color de piel, o por el nivel socioeconómico, o por nuestra complexión, o por ser indígenas, o por ser analfabetas, o por tener alguna discapacidad, o por todas las anteriores.
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