Aprender a escuchar de nuevo
Cuando dejamos de hablar y empezamos a entender
Hace unos días, en una plática casual con una amiga, me di cuenta de algo: no estaba escuchando, estaba esperando mi turno para hablar. A lo mejor no fue tan evidente para ella, pero para mí fue un golpe duro. ¿En qué momento olvidé cómo escuchar de verdad? Porque sí, muchas veces escuchamos, pero no para entender, sino para responder, aconsejar o incluso para ganar una discusión.
Vivimos en un mundo tan ruidoso, que hemos perdido la capacidad de estar presentes, de mirar a los ojos y realmente conectar con lo que alguien nos quiere decir. Escuchar de verdad no es solo asentir con la cabeza o soltar un "te entiendo" automático; es poner toda tu atención, es hacerle sentir a la otra persona que su voz importa.
Según la psicóloga Harriet Lerner, autora de The Dance of Connection, escuchar profundamente es uno de los actos más poderosos para fortalecer nuestras relaciones. Pero no es fácil, porque implica abrirte, dejar tus juicios a un lado y resistir la tentación de interrumpir.
Lo confieso: cuando era más joven, era de las que daban consejos antes de que me los pidieran. Pero desde hace tiempo he intentado poner en práctica algo simple: escuchar con curiosidad y sin juicio. Me ha sorprendido lo mucho que se puede descubrir cuando te callas y dejas que el otro hable. Como dice Brené Brown, "la verdadera escucha no se trata de estar de acuerdo, sino de estar dispuesto a entender”.
También me di cuenta de algo más: escuchar no es solo hacia afuera, también es hacia adentro. ¿Cuántas veces te has detenido a escuchar tus propios pensamientos, emociones o necesidades? Estamos tan acostumbradas a correr de un lado a otro, cumpliendo con todo y con todos, que muchas veces no nos damos espacio para escuchar lo que realmente queremos o sentimos.
Hoy quiero invitarte a algo sencillo, pero revolucionario: escuchar. Escucha a tu mamá cuando te cuente por enésima vez algo que ya sabes; escucha a tu amiga sin interrumpirla con tu experiencia; y sobre todo, escúchate a ti misma. Quizá lo que encuentres en esas pausas te sorprenda más de lo que imaginas.
Porque al final, aprender a escuchar de nuevo no es sólo un regalo que les damos a los demás, es un regalo que nos damos a nosotras mismas. Y ese regalo, créeme, vale más que mil palabras.
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