Por: Daira Arana Aguilar
Se trata de la primera Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas en México
Claudia Sheinbaum será la primera Comandante Suprema de la Fuerza Armada Permanente en México. Para muchas personas, y atendiendo a la naturaleza masculinizada de las instituciones militares, el que una mujer comande al ejército, la fuerza aérea y la armada en México es una preocupación.
Sin embargo, la tradición de obediencia y subordinación que las instituciones armadas tienen hacia quien representa el poder ejecutivo federal en este país, es un elemento fortísimo que desplazará las características de sexo y género de la próxima presidenta, porque ante todo será eso: la presidenta de México.
Las expectativas sobre el mandato de Claudia Sheinbaum en relación con las Fuerzas Armadas están enfocadas en la posible continuidad de las medidas implementadas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador: Guardia Nacional bajo el mando de la SEDENA, participación de SEDENA y SEMAR en la administración y construcción de obras públicas.
Pero hay otros elementos que poco se han abordado: el control civil sobre las Fuerzas Armadas.
Entender el control civil únicamente a través de la lealtad a la figura presidencial de las Fuerzas Armadas y a la aprobación de ascensos desde el senado cada 20 de noviembre es un error que el propio sistema político mexicano post revolucionario ha logrado normalizar en las relaciones civil-militares de México.
Un control civil sobre el componente militar del Estado debería estar enfocado en, al menos, los siguientes aspectos: mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, limitación del involucramiento de las Fuerzas Armadas en la vida pública, subordinación de lo militar a todas las estructuras burocráticas civiles, entre otras.
En ese sentido, el reto de Claudia Sheinbaum es justamente establecer las bases de un control civil democrático en las Fuerzas Armadas del país. Con una mayoría en el poder legislativo, con un nivel de legitimidad derivado de los resultados electorales mayor al del presidente en turno, Claudia Sheinbaum tiene tierra fértil para encaminar una reforma militar que aumente la profesionalización de las Fuerzas Armadas pero que limite su autonomía.
Un aspecto central es el poder judicial militar. Actualmente, uno de los aspectos que fortalece la autonomía militar es la existencia de un régimen judicial especial para las fuerzas armadas que no es auditable por las autoridades civiles. La necesidad de un régimen especial judicial es mínima en un contexto como el mexicano en donde la guerra tradicional no es parte del quehacer militar. Todo lo contrario, las Fuerzas Armadas realizan cada vez más tareas civiles que están muy alejadas de una guerra regular.
La sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el caso Rosendo Radilla Cantú obligó a que los asuntos en donde las fuerzas armadas tuvieran una responsabilidad penal derivada de un daño causado a una persona civil, fuera juzgado por el fuero civil y no por el fuero militar.
Esta sentencia derivó en un cambio en el sistema de justicia militar que debe trascender a su limitación a cuestiones meramente disciplinarias y concluir en su desaparición. La próxima Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas puede pasar a la historia no sólo por ser la primera presidenta, sino por ser quien sentó las bases de la democratización militar en México. El tiempo dirá.
Sobre la autora
Daira Arana Aguilar es candidata a doctora en política pública por la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey y Directora General de Global Thought. Es especialista en relaciones cívico-militares e incorporación de los derechos humanos y la perspectiva de género en la Fuerza Pública.
Comenta, comparte, conecta