No importa la edad que tengamos, siempre hay una parte de nosotras que espera la aprobación de nuestra madre sobre lo que somos. No solo es una expectativa tipo: “sería lindo que…” sino que se convierte en una necesidad muchas veces determinante de las decisiones que tomamos o lo que terminamos creyendo sobre nosotras mismas.
En 2022 cuando Disney Pixar nos sorprendió con Turning Red hubo una frase que la mamá de la protagonista Mei Lin dijo hacia el final de la aventura: “Entre más lejos vayas, más orgullosa estaré de ti”. Para mí fue un tesoro la frase que nos regalaba la película porque llega al punto en el que la mamá renuncia a las expectativas sobre lo que cree que es mejor para su hija.
Admito que esto, aunque es lindo puede ser algo difícil de llevar a cabo, pues la romantización de la maternidad y el papel que una madre cumple en nuestra vida es algo que claro, también nos afectará como hijas.
Algo se rompe dentro de ti, te sientes triste y sin esperanza; incluso eres capaz de renunciar a tus metas y deseos por el temor a equivocarte. Nosotras también esperamos un apoyo muy amoroso e incondicional por parte de nuestra madre a tal grado que cuando no lo tenemos vivimos un duelo importante.
Justo la canción que todas alguna vez llegamos a interpretar en un 10 de mayo dice: “y es que hoy descubrí que si soy feliz es porque están mis sueños junto a ti”.
Se vuelve tan fuerte la carga que nos enseñan a depositar en otras personas, que la ausencia de su validación nos confronta con una sensación de vacío, insuficiencia o cero merecimiento.
El proceso para sanar las heridas que tanto la expectativa como la realidad nos generan respecto a nuestras madres, dura un tiempo indeterminado y es distinto para cada una, sin embargo hay algunas cosas que podemos comenzar a reflexionar al respecto: