¿Cómo disfrutar lo que tenemos en lugar de añorar lo que nos hace falta?
¿Nada nunca es suficiente?
¿No sientes que de un tiempo para acá, vivimos en una sociedad que constantemente nos empuja a querer más de todo? Más éxito, más dinero, más reconocimiento, más cosas materiales. Y es precisamente esta constante búsqueda, lo que puede llevarnos a un estado perpetuo de insatisfacción, porque hagamos lo que hagamos, “nunca será suficiente”.
¿Qué pasaría entonces si cambiamos la perspectiva y en lugar de estar pensando en lo que nos hace falta, logramos disfrutar de todo lo que sí tenemos? Creo que el primer paso hacia esta meta es la gratitud. Todo el tiempo estamos subestimando el poder de reconocer y apreciar las pequeñas cosas diarias que hay a nuestro alrededor.
Bueno y si ya practicamos la gratitud diaria, ¿qué más podemos hacer? Lo que más me ha servido es establecer pequeñas metas que me ayuden a enfocarme en el ahora y que creo que pueden ser útiles para ti también si estás en un punto de tu vida en el que quieres desear menos y disfrutar más.
Por ejemplo, acabar todo lo que dejo a medias, por la razón que sea. Desde un libro o una película hasta una receta de cocina. No sabes cuántas veces he ido a comprar ingredientes para hacer un pastel y terminan quedándose guardados en la alacena porque al final ya no hice nada.
Apreciar cada día algo que mi cuerpo sí me permite hacer. Y creo que esta podría ser la más especial para mí, porque en la lucha constante por “verme mejor”, “tener el peso adecuado” “correr más rápido”, se me llega a olvidar lo increíble que es poder caminar todos los días, ver, escuchar y valerme por mí misma.
Aprender a disfrutar de todo aquello por lo que no tengo que pagar o que no cuesta mucho dinero. Porque sí, voy a recurrir al cliché de que lo más importante no es lo material, pero aunque no lo creas, hay personas que si no pagan, no gastan o despilfarran, no disfrutan la experiencia, cualquiera que esta sea.
Y por último, encontrarle sentido, valor y alegría al trabajo que hago todos los días, que no necesariamente es el que desearía hacer. Porque no todos los días tengo actividades laborales que disfruto, no todos los días estoy de ánimo y tampoco he tenido el trabajo de mis sueños, siempre.
Pero entonces recuerdo que allá afuera hay muchas personas que llevan meses buscando chamba, que tienen familias que mantener, deudas que pagar o medicinas que comprar y que claro que puedo sentirme abrumada o estresada, pero al final del día, tengo trabajo. Esta forma de verlo hace toda la diferencia, ¿no crees?
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