“Frente al poder me rebelo, no me empodero”: el empoderamiento de las mujeres como una trampa del patriarcado
El secreto está en cuestionarlo todo
Llegó el #8M y con ello un montón de imágenes facebookeras para “empoderarnos”, un concepto que me choca bastante por las implicaciones violentas que arropa. Francamente no entiendo, cómo después de tantos ejemplos dolorosos, seguimos creyendo que la respuesta es el “poder”.
Para empezar, el poder es una ambición patriarcal y capitalista que también lleva dentro de sí una idea única de cómo ser una auténtica mujer liberada, feminista, admirable y, por lo tanto, empoderada. No sé qué piensas tú, pero a mí me surgen un montón de preguntas cuando me hablan de este término, por ejemplo: ¿Por qué una ama de casa no puede ser empoderada? ¿Por qué admirar a la que entra a la NASA y no a la que vende flores en el mercado? ¿Cuáles son las lógicas del capitalismo, el colonialismo y el patriarcado que nos llevan a deslumbrarnos ante aquellos modelos de mujeres que toman como referentes los prototipos masculinos de éxito? ¿Por qué muchas hemos creído erróneamente que nos toca educar y salvar a nuestras amigas o madres de sus vidas “sometidas”?
Basta con ver la cara descompuesta de muchas cuando alguna de sus amigas les confiesa que quiere casarse y tener un bebé, o que simplemente no le interesa asumir ninguna jefatura en ningún lugar. Porque, claro está, eso no embona con el modelo empoderado de mujer europea, individualista y líder con un puesto importante en una transnacional o en el gobierno. Ojo, si eso es lo que honestamente deseas, no me interesa juzgarte por ello. Tu camino es tuyo y está bien. Solo te extiendo mi manita para que cuestiones de dónde vienen esas aspiraciones.
Me pregunto: ¿Las madres no pueden ser rebeldes? La respuesta es totalmente sí, y nos lo han demostrado miles de veces. Para mí, el verdadero punk son las madres buscadoras. En mi caso, la idea de tener un esposo o hijos me resulta muy poco llamativa, pero igual me parece una decisión válida que no le quita a ninguna lo feminista.
Para seguir en este debraye, te cuento que Rafia Sakia afirma que el empoderamiento femenino es un tema de índole económica. Y lo dice bien, por eso varios programas institucionales “empoderan” a las mujeres dándoles máquinas de coser, gallinas, o cosas por el estilo (que además responden a estereotipos de género y de clase bastante rancios). El fin es que sean parte de la producción. Entonces, somos mujeres empoderadas cuando nos alineamos a las lógicas que históricamente nos han fracturado; a las lógicas que matan todos los días a 11 mujeres en nuestro país. Viva el empoderamiento, ¿no?
Ante el poder me rebelo
La pensadora María Galindo es la autora de la frase que le da título a este texto. Ella cree que más que empoderarnos, toca desempoderar al poder: “La teoría del empoderamiento no es una teoría que está naciendo desde el movimiento, sino que es una herramienta de disciplinamiento que nace desde las instituciones que necesitan disciplinarnos. Obviamente, el desempoderamiento no se va a dar porque todos quienes están en una estructura de poder se aferran a ese poder. La teoría del empoderamiento es la ficción que nos venden de que lo que nos falta es poder, pero no nos falta poder. Frente al poder no te empoderas, frente al poder te rebelas. La propuesta es la de nuestras abuelas y demás ancestros: la rebelión, la subversión, la ruptura”.
Audre Lorde también pensaba que no se puede destruir la casa del amo con las herramientas del amo. Mientras aspiremos a los mismos senderos que nos trajeron a toda esta devastación, la cosa se moverá poco. Por eso resulta igual de peligroso que una mujer “empoderada” ocupe espacios "importantes", como la presidencia, por ejemplo.
Si una morra, una persona disidente de género o neurodivergente se apropia de un puesto alto y se sigue moviendo dentro de las lógicas del poder, entonces da igual; la violencia y la opresión que ejercerá, serán exactamente idénticas a las que ya conocemos. "El sistema lo único que necesita es la inclusión: de las personas con discapacidad, de la trans, de las mujeres. No queremos inclusión, queremos revolución, queremos cambio estructural. El neoliberalismo puede incluir a mujeres o a indígenas y no modificarse”, explica Galindo.
Sobre esto, nuestra comadre Verónica Valeria De Dios Mendoza, señala: “Se habla de empoderamiento femenino y lo que se ejerce en realidad es autoritarismo y violencia intragénero. El patriarcado opera no sólo con la oposición de hombres contra las mujeres, sino también, de manera crucial, poniendo a las mujeres políticamente correctas en contra de mujeres que no encajan en el absurdo molde social. En este sentido, las etiquetas que son creadas por el sistema para mantener a la mujer en un estado de subordinación son utilizadas por las mismas para ganarse la aprobación social, desacreditar o incluso acceder a puestos de poder”.
La invitación es a construir otras formas de relacionarnos fuera del deseo de mandar o dominar. Ir más allá del poder. Y sobre el espíritu salvacionista detrás del empoderamiento, queda pensar que, como dicen muchas compañeras: “no todas las mujeres que luchan son feministas y no todas las feministas son mujeres que luchan”. Porque el feminismo tampoco es el único camino, y las feministas no somos poseedoras de ninguna verdad absoluta. Tal vez, en lugar de enseñarles a otras el modo “correcto” de liberarse, nos toque escuchar más.
Cuestionemos todo. Recordemos siempre que lo universal es patriarcal, que hay muchas formas de ser rebeldes, de reconocernos autónomas y en manada. Vivas.
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