El futbol femenil te puede acercar al feminismo
P.D. México está en la Copa Oro Femenil
No hay nada más bonito (para mí) que haberme acercado al feminismo gracias al futbol. ¿Cómo? ¿Un deporte con tanto machismo y violencias te puede enseñar de equidad de género? Sí, cuando se le mira críticamente.
De niña, mis referentes profesionales en el futbol eran hombres. Y en casa era lo mismo, quienes lo practicaban o lo veían eran los papás, los primos y mi hermano. Luego tuve novios súper apasionados dentro y fuera de la cancha, y yo por más que veía todos los partidos de primera que podía, sentía que me faltaba algo.
Yo tenía ganas de ser protagonista, pero no se podía. Porque ellos eran los que sabían de deportes, ellos eran los que sabían de futbol, ellos eran los que se adueñaban de la televisión, ellos eran los que jugaban los domingos, ellos, ellos, ellos.
Pero no me malinterpreten, nada contra los hombres. Sólo no entendía por qué no me sentía con el derecho de compartir ese protagonismo. Luego supe que era porque el futbol se veía como “un deporte de hombres”, una actividad masculina en la que no cabíamos las mujeres.
Por lo mismo, las actividades que practiqué en la infancia fueron baile, patinaje, danza, gimnasia o basquetbol. Hasta que en la preparatoria vi “futbol” en la lista de nuevos deportes; no dudé en inscribirme. Parecía un sueño hecho realidad, ahora iba a ser yo (y como 20 chicas más) las que vistiéramos calcetas largas, espinilleras y unos hermosos Total 90 (los tachones de moda de esa época).
En la universidad que estudié también tenían selección de futbol femenil, aunque las prácticas y los juegos eran en un deportivo externo. El solo hecho de pensar que mi entonces novio (mega celoso) podría ir a vigilarme con mayor facilidad (al ser un espacio público), me decanté por el baile.
Cuando logré dejar atrás esa relación tóxica, ¡regresé al futbol! Algunos años después surgió la liga profesional en México. Para entonces ya sabía lo que se sentía tener adrenalina en tu cuerpo antes de enfrentarte a las rivales, y entendía lo que era generar endorfinas cada que pisaba una cancha, lo que seguro se multiplicaba por 10 en las mujeres y adolescentes que jugarían por primera vez en un estadio profesional.
Hasta entonces fue cuando me adentré a la historia del futbol femenil y vi la necesidad de que todo mundo se enterara del surgimiento de la Liga MX Femenil y de que no era la primera vez que México resonaba en el extranjero. En 1970 y 1971, nuestro país participó en una copa mundial en la que quedó tercero y segundo lugar respectivamente.
Unas amigas y yo comenzamos “Más que una hincha”, un proyecto que ya no existe pero con el que le dimos cobertura al balompié femenino en nuestro país. Hablamos de los sueños cumplidos, de la violencia que a muchas les impedía llegar a ser profesionales, del machismo al que se enfrentaban, de la brecha salarial, de las desigualdades de condiciones, de las faltas de transmisión de los partidos, de los pésimos horarios en los que se transmitían algunos, y un largo etc.
Dos años después, conocí mujeres extraordinarias que me explicaron que todo eso que hacía era feminismo, pues era una forma de luchar por la equidad de género, en mi caso desde el futbol. Y entonces entiendo que sí, lo personal es político.
A casi siete años de que arrancó la liga profesional en México, nuestra selección mexicana está participando en la primera Copa Oro Femenil (lleva un juego empatado, otro ganado, y hoy enfrenta a Estados Unidos), un pretexto excelente para hablar de las mujeres que siguen abriendo brecha para otras y de lo que nos enseña este deporte sobre (des)igualdad de condiciones, incluso a nivel mundial.
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