¿Por qué en un mundo tan adultocentrista son importantes los proyectos que retoman las experiencias de las niñas?
Por: Ale Moreno Buendía/Isla de Vapor
Infancias y adultocentrismo: ¡Arte, colores, letras y compartires al rescate!
¿Alguna vez has leído literatura escrita por infancias? Si sí, ¿cuánto fuiste capaz de emocionarte, aprender, imaginar, pensar con sus palabras? Si no, no te preocupes, es un resultado más del adultocentrismo, una forma en que hemos legitimado y normalizado el no reconocimiento social de las creaciones culturales creadas por las niñas y niños.
El adultocentrismo es una corriente de pensamiento jerárquica, patriarcal y desarrollista que está basada en la creencia de que la infancia es una etapa de la vida en desarrollo por lo que es considerada inferior a la de la adultez respecto a sus capacidades. Por lo tanto, no solo permite ejercer control y poder sobre niñas y niños, sino que permite el silenciamiento y la desvalorización de sus saberes y experiencias.
En una sociedad adultocentrista, cualquier aspecto de la vida social (espacio familiar, educativo, cultural, público e institucional) está construido y centrado desde las perspectivas, experiencias, decisiones, elecciones e intereses del mundo adulto hegemónico, relegando y/o negando el mundo infantil. Esto es problemático, pues al considerar que las infancias no poseen la suficiente agencia y subjetividad para accionar, sus capacidades físicas, emocionales, psicológicas, filosóficas, intelectuales, políticas, argumentativas, imaginativas y creativas son invisibilizadas, infravaloradas e inferiorizadas respecto a las del mundo adulto.
¿Pueden ser el arte y la literatura herramientas para cuestionar y eliminar esta forma de pensar que discrimina a las infancias? Es posible, si habilitamos espacios culturales donde las infancias participen creando en libertad, donde no sean espectadoras, reproductoras ni consumidoras culturales, sino donde se motive y se promueva de manera directa su participación creativa, política, propositiva e imaginativa.
Espacios en los que sus creaciones artísticas puedan ser acompañadas y compartidas a y con sus propias comunidades (niñas, niños y adultos o adultas), logrando diálogos intergeneracionales que permitan el desvanecimiento necesario del adultocentrismo. Al hacerlo comprendemos que las infancias son creadoras de cultura, son actoras y actores sociales con agencia en una sociedad.
Leer de manera directa sus historias de ficción llenas de atmósferas literarias, personajes, opiniones, perspectivas, ensoñaciones y enseñanzas es un desafío para un mundo adultocentrista, pero también una promesa en el presente de los y las niñas creadoras, así como para los y las lectoras de hoy.
Las experiencias infantiles expresadas a través del arte desde sus propias vivencias y significados son una invitación al mundo adulto a ampliar sus horizontes a nuevas formas de sentir, mirar, aprehender y simbolizar el mundo que nos rodea. Una nueva oportunidad de comprender, narrar y significar el mundo, como cualquier creación literaria y artística.
Giro hacia la esperanza: Isla de Vapor, las niñas y su creatividad
En una sociedad adultocentrista y machista, las niñas sufren doble discriminación. Sus pensamientos, propuestas, sentires, experiencias y creaciones culturales no suelen ser motivadas ni mucho menos reconocidas. Y es que, a pesar de los esfuerzos presentes, la mayoría de los productos culturales dirigidos para el aprendizaje de las niñas son aún construidos con base en estereotipos machistas y no demuestran las experiencias reales y diversas que viven las niñas.
Por eso, es importante que para habilitar espacios culturales de aprendizaje, comunidad y creación únicos para ellas se reconozca su posición histórica de marginalidad y violencia simbólica que viven en nuestras sociedades, y que, al hacerlo se entienda la trascendencia política y social que es posibilitar que las niñas narren, simbolicen, conceptualicen y representen por ellas mismas el mundo, en sus propias formas, conceptos, colores y palabras.
Es necesario crear espacios libres de estereotipos que encapsulen sus porvenires; son necesarios los espacios de liberación y expresión sin mandatos de lo que debe ser, sentir y pensar una niña. El arte es un espacio social y de aprendizaje donde se puede solidificar la confianza en ellas mismas a través de la colectividad, el reconocimiento social de sus capacidades indagativas, propositivas y creativas, y el sentido de pertenencia a un grupo de niñas para crear comunidades por y para ellas, que indaguen e imaginen desde lo que ellas quieran crear y compartir al mundo.
Sostener proyectos culturales como Isla de Vapor, una revista cultural dedicada a la imaginación y la creatividad de las niñas, es muy importante para contribuir a que las niñas vivan en plenitud. Las niñas crean literatura, pinturas, dibujos, fotografías y más, nombrando de nuevo el mundo por ellas mismas. Cuentan historias, a veces materializando lo etéreo de un sentimiento o emoción; descubren sus propios colores (explorando toda la gama de colores) y formas al pintar o dibujar haciendo consciente su propio pensamiento y perspectiva de lo que les rodea.
Ellas ejercen su autonomía junto con otras niñas al crear, y, al mismo tiempo, se convierten ellas mismas en sus propias referentas artísticas, inspirándose y reflejándose entre ellas, mutuamente, en sus propias experiencias sin intermediarios.
Al publicar en las páginas de una revista sus creaciones artísticas, el mundo adulto se convierte en comunidad lectora que está dispuesta a abrir su corazón e intelecto a las diversas miradas de las niñas, creando un puente de diálogo intergeneracional esperanzador para ellas y, por tanto, para la sociedad entera.
Sobre la autora
Ale Moreno Buendía es socióloga especializada en infancias y cultura. Desde 2020 posibilitó, junto a Ma.Fer Pérez Barrón, Isla de Vapor, revista cultural infantil que coordina y edita. Es tallerista y educadora artística para niñas y niños. Escribe, pinta, dibuja, imagina y sueña incansablemente.
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