Primeros Auxilios Emocionales: ¿qué son y para qué sirven?
¿Cómo debemos actuar cuando las heridas son invisibles?
Cuando pensaba en cómo quería titular esta columna, no tenía idea de que sí existen los Primeros Auxilios Psicológicos (PAP) con ese nombre y apellido, reconocidos incluso por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras instituciones como la Cruz Roja.
Y para dar un contexto muy general, son aquellos que se brindan como apoyo inmediato y efectivo en casos de emergencias y desastres, con el objetivo de aliviar el dolor o sufrimiento y reducir de manera significativa el trauma o impacto psicológico luego de la experiencia.
Me quedé pensando en todas esas veces en las que necesitamos este tipo de “primera ayuda” cuando estamos atravesando por un momento complicado, pero quizá no le damos la importancia suficiente porque no vemos una herida física con sangre por todos lados. Así como los primeros auxilios físicos son vitales en emergencias médicas, el cuidado emocional es crucial en situaciones de angustia, estrés o tristeza.
¿Sientes que te ahogas? ¡Llora! Y no minimices el efecto inmediato que tiene esta acción. Llorar es una válvula de escape emocional que no sólo ayuda a liberar tensión acumulada, sino también tristeza.
Si te duele el corazón… ¡Busca refugio en tu red de apoyo! Las personas que más te aman, te pueden ayudar con el sentido de pertenencia y seguridad que necesitas cuando sientes que todo se derrumba. Deja que tus amigos, tu familia o esas personas en las que confías, no sólo te acompañen en tu proceso, sino también te escuchen, consuelen y ofrezcan perspectivas y consejos.
Si te ataca la ansiedad… Permite que alguien te abrace y que te escuche. Algunos episodios de ansiedad pueden generar muchísima angustia y tener contención de otra persona, ayuda a reducirlos de forma instantánea.
Creo que los Primeros Auxilios Emocionales se desarrollan, se trata de un trabajo constante porque aún tenemos la absurda creencia de que compartir con los demás nuestras emociones o malos momentos nos hace débiles o no es correcto. Echarlos a andar implica cultivar empatía, la escucha activa y hasta cierto grado de educación en salud mental.
Seamos también esas mujeres que ofrecen un espacio seguro a nuestras amigas, hermanas o conocidas para expresar sus emociones, porque con estas prácticas no sólo podemos aliviar el sufrimiento, sino también contribuir a la construcción de comunidades más compasivas y solidarias.
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