World Press Photo 2024: otra forma de narrar el mundo
Dejarse conmover mientras se migra la mirada
El fin de semana pasado fui al World Press Photo 2024, que es la muestra de fotoperiodismo más importante a nivel global. Reúne testimonios de los momentos más álgidos que atraviesa la humanidad como el genocidio en Gaza, la migración, el cambio climático, la muerte durante catástrofes naturales, al demencia senil y la precariedad generalizada.
Antes, cuando estudiaba en la universidad, asistía a la muestra religiosamente. Luego, simplemente paré y ni siquiera soy capaz de explicar por qué. Así pasa, supongo: hay tantas cosas, tantas personas, que una abandona en el camino y muchas veces no sabemos la razón. Resulta que sin darnos cuenta nos vamos soltando a nosotras mismas y abandonamos, silenciosamente, algunas de nuestras cosas favoritas.
Recorrer el World Press Photo siempre fue para mí un hecho delicioso, como comerme un chocolate luego de un día terrible. Es ambivalente porque las imágenes son dolorosas, pero también son un testimonio de la capacidad para amar, para rehacer la vida, para encontrar belleza incluso en los lugares más monstruosos.
Este año se cuenta con 129 imágenes donde no se ve ni una gota de sangre. Un hecho potente porque la mayoría de esas fotos son una prueba de la violencia global, de la muerte, de la devastación. Esto me hace pensar, una vez más, en otro de los muchos dilemas del arte: ¿Cómo hablar de la brutalidad sin replicarla? ¿Cómo expresar lo terrible de atravesar por un suceso violento sin hacer de mi obra también un acto de violencia? Pues bien, esta muestra es un ejemplo de ello. Las fotografías son desgarradoras y, sin embargo, encuentran otras formas para metaforizar la violencia sistemática.
A lo largo de la exposición una se enfrenta a la foto de una mujer abrazando el cuerpo de su sobrina que murió luego de un bombardeo; a un hombre que sostiene la mano de su hija fallecida luego de un temblor que la dejó atrapada en los escombros. Y me sorprende imaginar que alguien observó eso y supo mirar también la belleza. Una belleza que desborda política, que grita, que habla de indignación, de la capacidad para conectar con el dolor de las otras personas y conmovernos ante un mundo que se cae a pedazos.
Si bien el fotoperiodismo es una testificación de la realidad y sus partes más oscuras, también es una ventana para mirar la capacidad humana de fallar, de construir, de desear, de soñar, de hacer refugios en medio de una cotidianidad que se desbarranca. El World Press Photo siempre me deja los ojos llenos de lágrimas, pero también me regala una perspectiva diferente acerca de la vida. Sin cursilerías. Me rompe el corazón y me anima a expandir la mirada, sin prisa, con cautela.
Si nunca has ido a una de estas expos, te invito a hacerlo. Y si, por el contrario, también eres una fan del World Press Photo, vamos juntas la próxima vez. Mientras tanto, dejemos que nuestros ojos lo atraviesen todo, que nuestros pechos se abran para recibir el dolor y el deseo del mundo. No olvidemos que salir sin rasguños de este mundo es el verdadero acto de cobardía; que en medio de tanto horror, voltear la cara no es una opción; que aunque todo parezca perdido, siempre hay algo de que sostenerse: por ejemplo, una foto.
Información general
- La exposición estará en el Museo Franz Mayer hasta el 25 de agosto.
- El costo del boleto es de $100 MXM.
- Si quieres más información, entra aquí.
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