Las mujeres no queremos igualdad en el futbol
“Otro futbol es posible”
Desde que arrancó la liga profesional de futbol femenil en México, la afición ha quedado maravillada por varias razones: “No fingen faltas”, “qué bonito juegan”, “no hacen dramas”, “si las tiran se paran rápido y siguen la jugada”, “el ambiente es muy tranquilo y familiar”, son algunas de las expresiones que he escuchado entre las y los aficionados.
El juego limpio dentro y fuera de la cancha es lo que ha caracterizado al balompié jugado por mujeres. Por eso creo que ellas no merecen tener igualdad en ese deporte, no si se trata de replicar o heredar las malas prácticas del futbol profesional jugado por hombres.
Cuántas veces no se ha visto que los varones “saben vender las faltas” (como en la última final varonil de la Liga MX); es decir, engañar al o a la árbitra para conseguir un tiro libre o penal a su favor. Cuántos enfrentamientos no se han dado entre aficionados de equipos contrarios o con cuerpos de seguridad (como los aficionados del América que sacudieron una camioneta de la Guardia Nacional).
Además, las porras de los equipos varoniles son misóginas, discriminatorias y homófobas. Y si hablamos de traslado de jugadores entre los equipos, aún hay algunos que no les permiten cambiarse de club libremente.
La afición del futbol femenil se rehúsa a igualar a la varonil. Acá queremos seguir disfrutando de un buen espectáculo en la cancha sin tener que ser testigas de trampas, de violencia entre las futbolistas, o de peleas en las tribunas de los estadios.
No queremos que las futbolistas no puedan decidir y negociar su continuidad con un club de futbol como algunos jugadores de la Liga MX que siguen siendo víctimas del pacto de caballeros (si negocian por su cuenta o no hacen el pago correspondiente no son contratados por ningún club mexicano).
No queremos ser tratadas como delincuentes
Es frustrante que debido al historial de violencia de los hombres en los estadios, hoy no podamos ingresar a algunos recintos deportivos con telas con mensajes de apoyo a las futbolistas o con batacas de madera para tocar un tambor.
Recuerdo que en un partido entre la Selección Mexicana de Futbol Femenil y Puerto Rico, algunas aficionadas integrantes de la Barra Feminista (grupo de mujeres aficionadas al fut femenil) no pudieron ingresar al estadio hasta que cubrieron sus playeras con una sudadera, “porque tenían mensajes alusivos”, ¿alusivos a qué? El personal de seguridad nunca supo explicarlo. Era evidente que les espantaba ver una playera morada con la leyenda “Barra Feminista”.
Y es que la connotación que tiene pertenecer a una “barra” de futbol es de violencia. Porque las barras como La Monumental (del América), La Rebel (de los pumas), La 12 (del Boca Juniors), La Barra 51 (del Atlas) o La Resistencia Albiazul (del Querétaro) se han visto involucradas en sucesos violentos y algunos de ellos trágicos. Y aunque la Barra Feminista ha intentado “hackear” ese término apoyando pacíficamente al futbol femenil, el personal de seguridad no lo entiende así.
En el futbol femenil queremos seguir disfrutando de un ambiente tranquilo, con niñas y niños entre nosotras; deseamos que la afición siga creciendo, pero con la seguridad de que no habrá ningún peligro en el estadio.
En el marco del Día Internacional del Futbol Femenil, las mujeres aficionadas rechazamos igualar al futbol varonil, a menos de que estén dispuestos y dispuestas a ser parte de otro futbol, un futbol sin violencia.
Hoy, 27 de mayo, se juega la final de la Liga MX Femenil entre Rayadas y América, un partido que seguro nos seguirá poniendo el ejemplo (dentro y fuera de la cancha) de que, como dice la Barra Feminista, "Otro futbol es posible".
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