Cancelé el viaje de mis sueños por culpa de mi intuición...
¿Qué sería de nosotras sin el poder de la intuición?
En el estricto sentido de la palabra, podríamos definir a la intuición como la facultad de comprender o entender las cosas de forma instantánea, sin necesidad de razonamiento o también como interiorizar percepciones en un sentido muy puro. Yo prefiero decir que se trata de “corazonadas” o hasta “un hoyo en el estómago”.
Creo que a lo largo de los años he sido una persona que está muy “conectada” con ese mundo interno que nos guía. Y cuando he hecho caso omiso a esa vocecita, termino lamentándolo. También creo que es algo que de alguna manera, desarrollamos con el tiempo y las experiencias. ¿Te ha pasado alguna vez que antes algo dentro de ti te orilla a tomar cierta decisión? Y cuando te empeñas en ir en contra de esa emoción y las cosas no salen como esperabas, te dices a ti misma: “maldita sea, lo pensé, sabía que no debía hacer esto, por qué no me hice caso…”.
Desde hace mucho tiempo decidí que no quiero volver a pasar por eso y que dejar de lado mi intuición, no es una opción. Llevaba muchos años soñando con ir a la India, específicamente a vivir el Holi Festival, una tradición Hindú en la que se celebra, entre otras cosas, el triunfo del bien sobre el mal y la llegada de la primavera. El país se llena de color, alegría y mucho baile alrededor del fuego. Te prometo que aun sin vivirlo, sé que es increíble.
Había reservado desde el año pasado un tour con la agencia que siempre viajo. Y esta aventura estaba prevista junto a tres amigas para marzo de este año. Hace dos semanas me marcaron de la agencia para decirme que por complicaciones no podría acompañarnos un guía desde México y teníamos que lanzarnos sin alguien desde aquí, confiando en un guía que nos esperaría en India. Hasta ahí, decidí que seguiría adelante, no pasa nada.
La verdad es que puedo viajar sola, pero específicamente no quería hacerlo a India, por las complicaciones que el país representa para las mujeres. Media hora después de la llamada de la agencia, una de mis amigas decidió cancelar porque cambió de trabajo y no podía pedir permiso. Crack, quedamos tres. Literalmente pasó media hora más, para que otra de mis amigas, que trabaja en gobierno dijera que por el cambio de sexenio, su jefe había decidido que no se podía ausentar. Crack, quedamos dos.
En ese momento, instintivamente se me hizo este hoyo en el estómago. Tenía ya todo pagado, permiso concedido, no tenía más que subirme al avión y no preocuparme por nada. No tardé ni 20 minutos en avisar que no iba a ir. Más allá de todos los escenarios que repasé en mi cabeza, la intranquilidad que sentí sobrepasó por mucho la emoción que me daba vivir una aventura con la que había soñado mucho tiempo.
Mi familia y amigos que sabían que viajaría, preguntaron si no estaba triste y la verdad es que no, me siento muy tranquila y en paz. Creo fielmente que la vida nunca se equivoca y que también, fue una de esas ocasiones en las que “algo” te dice que por ahí no es, que redirecciones, que no es el momento o que necesitas cuidarte.
Claro que voy a seguir soñando con vivir esa aventura y espero algún día lograrlo, pero si es ahí o en cualquier lugar, será con la tranquilidad de que le hice caso a esa vocecita interna que me cuida y me dice por dónde seguir caminando.
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