Literatura escrita por mujeres
¿Cuál es el lugar de los libros LGBTQ+ y de feminismos en el mundo?
Por: Fernanda Andablo/Aquelarre de Tinta
La importancia de leer libros que nos atraviesan
Siempre que me preguntan por mi libro favorito o por recomendaciones mi mente se pone en blanco. Parece que jamás he leído nada y que no existen libros en el mundo. Tengo un bloqueo y por un segundo, no importa que haya estudiado literatura. Creo que ese vacío para nombrar viene de mi miedo: ¿Y si los libros que nombro no son tan conocidos? ¿Van a pensar que estoy inventando títulos? ¿Qué tal que esperan que mencione a uno de esos señoros de la literatura?
Además, está el otro lado de la moneda. Llegué muy tarde a tener un libro favorito. Y cambia seguido. Tengo uno que menciono siempre. La gente ya debe estar harta de escucharme mencionarlo, pero también cada que leo algo nuevo me obsesiono. Me emociona mucho leer libros que me atraviesan y que, por un segundo antes de terminarlo, pienso: esto es la vida.
Ahora disfruto leer. Disfruto verme a través de los libros.
Pero tuve un periodo de bloqueo lector en el que creí que jamás volvería a leer. Parece raro si estudié letras, pero así es. Llegué con mucha ilusión. Pasé media carrera leyendo clásicos, esas obras que todo el mundo debe leer. Y mira qué bonito escribe equis o ye señor, mira qué complejo es esto, nadie lo entiende. Y llegó un punto en que ya no quería leer. Yo tampoco entendía. Me quedaba dormida en las bibliotecas leyendo. Me parecía lejanísimo ser un aristócrata que se ponía a hablar de formas extrañas. No era mi realidad. ¿Dónde estaba yo en esos libros?
Pero gracias a las diosas (y a varias profesoras), la segunda mitad de la carrera fue distinta. Comencé a leer más de lo que me gustaba, eso que no era tan canónico: los géneros populares, los cómics, las novelas gráficas, incluso los fanfics. Y mi vida volvió a tener sentido. ¿Qué había hecho que me emocionara de nuevo por los libros?
La respuesta parece lo más sencillo y obvio del mundo: estaba leyendo lo que quería y me gustaba otra vez. ¿Y qué era esto? Historias gays, lésbicas, de disidencias, de mujeres que trabajan, de personas de las periferias. No eran los libros que todos conocen, sino ese libro al que todo el grupo tuvo que sacarle copias porque ya no se reeditaba. Eran esos libros que estaban saliendo apenas, que los grandes críticos veían como literatura menor, que estaban en editoriales pequeñas, y un largo etcétera.
Pero esas historias eran las que me llamaban. ¿Por qué? Porque yo estaba ahí. Porque una parte de mí existía en esos libros. Porque por primera vez en mucho, mucho tiempo, me veía reflejada en lo que leía. Yo también tenía dudas si la mujer sentada a mi lado estaba siendo amable o si estábamos intentando salir. Yo también me sentía triste por tener tantos trabajos de cuidados que nadie remuneraba. Yo también había pasado por esas rupturas de corazón, por esa violencia sistemática, porque mi opinión pasara desapercibida, pero cuando un vato la repetía, se le celebraba. Yo también tenía miedo de salir de noche más que de fantasmas.
Reconocernos, apropiarnos, entendernos
Han pasado un par de años desde que salí de la carrera. Ahora formo parte de una editorial (Aquelarre de Tinta) que publica libros de disidencias LGBT+ y feminismos. A veces, me he descubierto editando nuestros textos y sonriendo, y llorando, y rabiando y emocionándome, porque también en ellos me encuentro. Pero, más allá de eso, me he descubierto con una lágrima chiquita de emoción cuando vamos a ferias o bazares de libros y llegan personas más jóvenes a emocionarse con nuestros libros. O cuando llegan en familias y los padres buscan un libro para entender. Me emociono porque a esa edad y en mi contexto me hubiera parecido impensable.
¿Por qué hay que hacer libros LGBT+ y de feminismos? Me lo he preguntado muchas veces. Me lo he preguntado mientras decidía si lo que quería hacer era una editorial tan específica y por qué. Me lo he preguntado en mis noches más tristes cuando creo que nada tiene sentido y que un libro, mucho menos, va a cambiar al mundo. Pero luego pienso, ¿por qué no? Si ya existen libros de tantas cosas, si ya existen los libros de señoros lamentándose y siendo patéticos y triunfan, ¿por qué no podríamos hacer nuestros libros?
Y si, aun así, me piden justificar su existencia, basta con voltear a esos espacios en los que nos hemos ido colando poco a poco. Porque no es que no existieran antes, es que no necesariamente han estado al centro (y a veces ni siquiera lo quieren). Porque igual es importante colarnos y apropiárnoslos. Leer es compartir y compartir es una manera de entender(nos).
Me gusta que existan (y haber encontrado) libros que hablan de disidencias, de mujeres, que no necesariamente están en los anaqueles de las grandes librerías. Me gusta porque me ayudaron a salir adelante y sentir un abrazo en momentos en que ya no entendía nada del mundo. Me gusta que existan porque me han cambiado, me han hecho saber que no estoy sola.
¿Por qué hacer libros LGBT+ y de feminismos? Porque nuestra existencia no tiene que ser tortuosa, porque podemos poner nuestra mirada y nuestros sentires y nuestros pensamientos y nuestras experiencias y desbordarnos en letras. Porque podemos existir desde el goce, pero hay que reconocer las violencias. Porque se ha escrito tanto de tantas cosas que ahora nos toca.
Porque existimos. Y mientras existamos y escribamos, estos libros existirán.
Y, si todavía se lo preguntan, mi libro favorito es Her Body and Other Parties (Su cuerpo y otras fiestas) de Carmen María Machado. Pero si me preguntan mañana, quizás sea el que esté leyendo en ese momento.
Sobre la autora
Fernanda Andablo es fundadora y directora de la editorial independiente Aquelarre de Tinta. Estudió Literatura y Letras Modernas (Inglesas). Ama la música y la literatura. Disfruta de conocer y compartir nuevas historias y experiencias artísticas.
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