Por: Eréndira Derbez
Nombrar nos ayuda a entender nuestra realidad
En 2022, publiqué junto a Claudia de la Garza un libro titulado No son micro. Machismos cotidianos, en el que abordamos cómo aquellos machismos que parecen insignificantes sostienen problemas profundamente arraigados en nuestra sociedad. Al escribirlo, concebimos un compendio de herramientas para que todas las personas, sin importar su género, pudieran acceder a conceptos, explicaciones e información que les ayuden a lidiar con la realidad de vivir en sociedades misóginas y patriarcales.
Utilizo intencionadamente el término "sociedades" porque, como muestran casos escalofriantes como el de "la manada" en España (2016-2019) o el de "los cincuenta" que enfrenta actualmente Gisèle Pelicot en Francia, la violencia de género no es un mal exclusivo de América Latina, pero sí tenemos mayores tasas de impunidad y menos herramientas institucionales para combatirla.
En muchos sentidos, las cosas han cambiado para bien y para mal. Se percibe una relativa disminución del acoso callejero y una desnormalización de estas conductas, así como la llegada de mujeres a espacios de poder, incluyendo la presidencia. Hoy, es notable cómo la audiencia se indigna y reacciona cuando un participante de un reality show, como La Casa de los Famosos, hace comentarios misóginos, llevando a patrocinadores a retirarse de esos programas. Algo impensable en los años dos mil, cuando Big Brother era un espacio para la banalización de estas actitudes.
Sin embargo, como sucede con cualquier movimiento progresista, la resistencia no se ha hecho esperar; el backlash se siente con fuerza. A diario, encontramos podcasters, influencers y otros individuos que defienden la existencia de "hombres de alto valor," que buscan a mujeres sumisas, esposas tradicionales que se dediquen únicamente al hogar y obedezcan sin cuestionar.
Ejerce tus derechos sin culpa
Lamentablemente, cuatro años después de la publicación del libro, a menudo me veo obligada a reiterar premisas que pensaría que son obvias: el género es un constructo social, la revictimización transfiere la responsabilidad del victimario a la víctima y, por último, "no" significa "no". Así de simple.
Recientemente, mientras conversaba con amigas sobre distintas experiencias en el mundo de las citas, me sorprendió descubrir que sigue siendo normal que los hombres intenten forzar a las mujeres a interactuar con ellos, tener contacto físico o incluso mantener relaciones sexuales: en fin, esperan sumisión por parte de ellas. Para mi sorpresa y horror, me doy cuenta que estas conductas violentas son vistas solo como "intensas" y no como actos de agresión. Aquellas que identificamos tales actitudes abusivas somos consideradas exageradas o histéricas, como si simplemente estuviéramos reaccionando de manera desproporcionada porque "así son los hombres".
Es fundamental reiterar que, si estás saliendo con alguien y sientes que esa persona no respeta tus límites o te está presionando para hacer algo que no deseas, tienes todo el derecho de decir "no" y de abandonar esa relación incipiente. Tristemente, las mujeres hemos sido socializadas para cuidar excesivamente las emociones de los hombres, incluso cuando eso implica poner en riesgo nuestro bienestar: un machismo cotidiano con consecuencias atroces.
Cabe repetirlo cuantas veces sea necesario: Si la otra persona no respeta un "no" como respuesta, no es tu culpa. No le debes a nadie una explicación. Ir a una cita, aceptar una invitación a cenar, o haber tenido contacto físico no implica obligación alguna. Nadie tiene derecho a forzarte a hacer nada y no tiene sentido que te arriesgues por temor a herir los sentimientos de alguien más. Una decide sobre su propio cuerpo y sus límites y debemos ejercer ese derecho sin culpa.
Sobre la autora
Eréndira Derbez es escritora e ilustradora, interesada en la relación entre género, arte y política. Es cofundadora del Estudio Plumbago de diseño en la Ciudad de México. Es coautora, con Claudia de la Garza, del libro No son micro. Machismos cotidianos (2020), que fue ganador del premio García Cubas del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Comenta, comparte, conecta