¿Cómo saber cuándo necesitas cambiar de terapeuta?
Siempre hazle caso a tu sentir y pensar
Para mí iniciar la terapia psicológica es un proceso riesgoso, pero hermoso pues queramos o no, el espacio terapéutico implica bajar la guardia o romper cualquier obstáculo que impida que nos abramos con una persona para decirle qué nos pasa y aún así no continuar el proceso subsecuente.
De hecho en la primera sesión de terapia siempre les digo “igual y tendría que decirte que te quedes conmigo, pero es necesario priorizar cómo te sientes tú y si hacemos click”. Creo que en cuestión de marketing igual y tendría que decir “soy la persona indicada para atender todos los casos que lleguen”; sin embargo, el espacio simbólico que construimos en terapia requiere un cuidado honesto y empático porque realmente puede que ahí hables sobre cosas que jamás le habrías dicho a otra persona.
En las últimas dos décadas ha sido muy afortunada de que la formación para profesionales de la salud mental se ha redirigido a pensar en un trato horizontal, es decir, que tanto terapeuta como consultante se encuentran en un nivel de expertis equitativo, pues ambas personas cuentan con una historia de vida en la que reúnen información igual de valiosa y válida.
Es por esto que el momento para cambiar de terapeuta es siempre.
A veces desde la primera sesión puede que no sientas seguridad o comodidad con la profesional o que a mitad del proceso descubras otro tipo de terapia y quieras buscar a alguien con esa formación. En ocasiones incluso puedes querer mucho a tu terapeuta, genuinamente sentirte bien con la persona, además de llevar más tiempo con ella (entre uno y dos años de acompañamiento, a veces más) y aún así sentir que tu proceso llegó a un punto de estancamiento, por lo que es importante investigar sobre las formas de trabajo de cada terapeuta que conozcas.
No dudes en preguntar, saca todas las dudas, pide ejemplos de modo de trabajo, pero sobre todo hazle caso a tu sentir y pensar cuando te encuentras en sesiones. Si después del primer encuentro no estás segura, entonces sugiero que te des la oportunidad de estar en terapia con la misma persona al menos tres sesiones consecutivas. Es un buen tiempo para conocer un poco más sobre la terapeuta, el ritmo que lleva con las sesiones y cómo percibes la manera en la que te acompaña.
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