¿Es verdad que en el trabajo no existe la amistad?
La complejidad de las relaciones en el entorno laboral
Pasamos gran parte de nuestro tiempo y vida en el trabajo. En este espacio ―cualquiera que sea― platicamos con colegas, enfrentamos desafíos y alcanzamos logros conjuntos. Sin embargo, hay una pregunta recurrente: ¿Es posible que surja una verdadera amistad en el trabajo? Este tema ha generado debates intensos, pues las opiniones al respecto suelen ser totalmente opuestas.
Para muchas personas, el trabajo es simplemente un espacio profesional donde las relaciones están marcadas por la competencia y los intereses propios. En este contexto, se cree que las amistades auténticas no pueden florecer porque se anteponen los objetivos individuales. En la mayoría de los casos, las compañeras son vistas como colegas de equipo, pero rara vez como amigas verdaderas.
Por otro lado, estamos quienes creemos firmemente que las amistades genuinas sí pueden desarrollarse en el trabajo. Compartir experiencias ―tanto positivas como negativas― puede crear vínculos fuertes y duraderos. La convivencia diaria y la necesidad de apoyarnos mutuamente ante los retos laborales pueden facilitar la creación de lazos significativos. En estos casos, las amistades que nacen en el ámbito laboral pueden extenderse más allá de la oficina y hacerse mucho más fuertes y sólidas en el ámbito personal.
Hoy te puedo confirmar, desde mi experiencia, que conocí a quienes se convirtieron en mis mejores amistades en el trabajo. No sólo porque compartimos pasión por lo que hacemos, sino también porque son (y fueron) esas personas que demostraron ser confiables en tiempos de crisis y me brindaron apoyo, cariño y comprensión, cuando llegaban situaciones complejas.
Claro que también debemos considerar que muchas veces las políticas de una empresa influyen muchísimo en la posibilidad de formar amistades. Un ambiente de trabajo que fomente la colaboración, el respeto y la comunicación abierta, puede ayudar en el desarrollo de relaciones más cercanas. Porque no hay que engañarnos, en ambientes más competitivos y hostiles, es menos probable que nazcan amistades sinceras.
Es una realidad que tener con quién contar en un espacio en el que pasamos demasiado tiempo, es súper beneficioso. Además de aumentar la satisfacción laboral y hasta la productividad, trabajar con personas que se convierten en seres queridos, puede hacer que el ambiente sea más agradable y motivador.
Personalmente me choca la frase “yo no vine a hacer amigos”, porque de entrada me hace sentir que quien la dice, se encuentra a la defensiva; como esperando el momento en el que la van a atacar, ¿me explico? Claro que el trabajo es para mostrar tus capacidades, pero no olvidemos que también es el espacio para generar networking y quién sabe, encontrar amistades verdaderas.
Un buen primer paso es mostrarte receptiva ante nuevas relaciones y también fomentar un ambiente de respeto y apoyo mutuo que permita que las personas que te rodean puedan ser ellas mismas, tanto profesional como personalmente.
Afirmar categóricamente que en el trabajo no existen amistades reales, sería mentir. No es fácil, eso está claro, sobre todo en un universo que constantemente incita a la competencia. Pero si nos damos la oportunidad, podemos encontrar relaciones valiosas que no buscan visibilidad o escalar a costa de otros, sino extender una mano, ser un buen hombro para llorar y un gran oído para escuchar en momentos complicados.
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