La validación en las infancias
Conforme pasa el tiempo y vamos creciendo, el Día de la Niña y del Niño a veces puede vivirse como un día más en el calendario. Nuestras actividades de “vida adulta” se vuelven tan demandantes que terminamos por distanciarnos e ignoramos lo que pasa con las niñas y niños a nuestro alrededor.
Por ejemplo, ¿sabes cuál es el juguete que todas las niñas quieren tener? O ¿a qué juegan durante el recreo? Una vez que nos invade la visión desde la adultez entendemos que darles bienestar es cumplir con la única misión de mantenerlas felices e impecables.
Para nada es algo malo querer que siempre estén bien, después de todo crecer nos hace saber que queremos defenderlas, pero puede que a su vez sea más difícil el honrar esa etapa de la vida.
Si viste la película Intensamente de Disney y Pixar, seguramente recordarás cómo Alegría está enfocada en que Riley sea feliz todo el tiempo y para eso debe evitar que Tristeza intervenga. Al final, Alegría parece entender que todas las emociones y las experiencias tienen muchos matices que suman a la personita.
Todo es importante y digno de ser hablado
Si hay algo que siempre me ha llamado la atención es que los dilemas o problemas que llegan a tener las niñas y niños los solemos reducir a la nada. “Son niños, ¿qué tan complicada puede ser su vida?”.
Es una curiosa contradicción que buscar la eterna felicidad y bienestar de las infancias tenga esta parte en la que, sin quererlo, negamos o minimizamos las cosas que para ellos son importantes, preocupantes o retadoras.
¿Cuántas veces nos ha parecido absurdo que una pequeña llore porque su rompecabezas ya no está completo? Lo valioso es no quedarse enganchadas en tratar de explicarle a la niña por qué su situación no es grave, sino ayudarla a reconocer lo que siente, buscar juntas alternativas o posibles soluciones.
Cuidar es la búsqueda constante de equilibrio
Algo retador con lo que nos encontramos cuando tratamos de conectar con las niñas y niños es que no creemos tener suficiente tiempo para ellos y que cuando estamos presentes nos preocupa más estar haciendo lo mejor posible o lo más adecuado que realmente entregarnos al momento.
Toda la información que necesitamos para poder cuidar la podemos obtener con ellos mismos si nos permitimos crecer a la par, ¿y eso qué implica? EQUIVOCARNOS HARTO.
Por esto, puede ser saludable empezar por nosotras mismas a revisar qué tanto le damos lugar a lo que sentimos. Prueba a recordar y reconectar con las mil historias con las que hablarías de tu propia infancia: ¿Qué disfrutabas? ¿Qué te sorprendía? ¿Qué te divertía o daba miedo? ¿Qué era horrible?
Deseo que este y todos los días encuentres momentos para honrar, cuidar y celebrar tu infancia y que lo hagas con los y las niñas de tu vida.
Comenta, comparte, conecta